Difícil explicar y ahondar en las emociones cinéfilas que trajo consigo este año. ¿Por qué? Porque al mismo tiempo que extraordinarias películas mexicanas llegaron a la cartelera de cadenas comerciales y circuitos alternativos, una gran mayoría de espectadores no quiso acercarse a los cines por la comprensible razón del temor a contagiarse de Covid-19.

 

Frente a esa complejidad, sin mucha afluencia pero sí con público contado, varios títulos nacionales pudieron apreciarse en el lugar donde mejor pueden verse: la pantalla grande. No obstante, aunque sea distinta la experiencia, algunos de ellos también encontraron acomodo en plataformas de streaming para ser vistos. ¡Y qué bueno! Porque sería injusto que pasaran desapercibidos. 

Hay excepciones en la siguiente selección de títulos. Por ejemplo, La civil, de Teodora Mihai. Si bien es cierto que se exhibió en el Festival de Cannes y en función especial dentro del Festival Internacional de Cine de Morelia, su estreno comercial será en 2022.

Cosas que no hacemos (de Bruno Santamaría)

Estamos habituados a contextualizar la confirmación de nuestra sexualidad en historias que se desarrollan dentro de zonas urbanas. Aquí se rompe con esa centralización de atmósferas llevándonos al plano rural. Ahí, en un territorio para muchos desconocidos de México, la infancia también nos cuenta y muestra lo que es la libertad a partir de aceptarse y aceptar al otro para hacer aquellas cosas que los adultos no hicimos de niños, o dejamos de hacer.

Aquí nuestra entrevista con Bruno Santamaría.

Sin señas particulares (de Fernanda Valadez)

Así como miles de mujeres desaparecen diariamente en nuestro país, varones adolescentes también. Lo tétrico no es solamente saber dónde van a parar esos muchachos, sino ver y acompañar a sus madres en la zozobra de su búsqueda; el albur entre la resignación y la esperanza. Ese trajín es el infierno mismo y el diablo puede bailarte en la cara recordándote que la maldad, además de macabra, duele.

Aquí nuestra crítica

Noche de fuego (de Tatiana Huezo)

En México, tristemente, las mujeres tienen que redoblar esfuerzos para ser fuertes y así sobrevivir a un entorno machista donde los hombres se sienten sus dueños así nomás porque sí. Esas mismas mujeres también son capaces de construir vínculos afectivos y solidarios como un acto de resistencia frente a esa realidad. 

*Puede verse en Netflix.

Selva trágica (de Yulene Olaizola)

¿Cuántas veces volteamos a la frontera sur para conocer sus historias fuera de tramas en la playa, vacaciones y reventones? Bueno, aquí lo hacen para remontarnos a la segunda década del siglo XX y adentrarnos en la travesía de un grupo de trabajadores mexicanos del chicle por la selva maya colindante con Belice. Su recorrido nos introduce a la leyenda de la Xtabay, una mitológica mujer del sureste mexicano.

*Puede verse en Netflix.

499 (de Rodrigo Reyes)

Un conquistador español aparece de forma misteriosa en la costa de Veracruz. Se da cuenta que está extraviado en el tiempo, que no pertenece a esta época. Mientras recorre su trayecto rumbo a Tenochtitlan, además de comprobar que vive en el futuro (nuestra actualidad), escucha historias de un México que se parece demasiado al mismo que conoció en 1521.

Aquí nuestra crítica

Una película de policías (de Alonso Ruizpalacios)

¿Falso documental? ¿Película de no ficción? Este trabajo es un trancazo reflexivo que nos ubica como espectadores en un punto medio con relación a la percepción que tenemos de la policía. Sus personajes principales, los reales y los falsos, nos guían por un universo que de alguna u otra manera motiva a la empatía.

*Puede verse en Netflix.

Blanco de verano (de Rodrigo Ruiz Patterson)

Un menor que atraviesa el paso de la infancia a la adolescencia, se entera que su mamá se ha enamorado y tiene novio. Acostumbrados a estar juntos, lo que bien puede interpretarse como una relación enfermiza, madre e hijo tienen que lidiar con un radical cambio de vida ante la llegada de un tercero que quiere hacer bien las cosas, pero se topa con un claro rechazo hacia su presencia por parte del chico. 

Aquí nuestra crítica

Nudo mixteco (de Ángeles Cruz)

Entre Puebla y Oaxaca existe una región que lleva el nombre de la película. Allí convergen tres historias que se cruzan a partir de las ausencias y la pobreza. También nos obliga a reflexionar acerca de la represión sexual en las mujeres dentro del panorama rural. El montaje es extraordinario, vertiginoso. 

La recua (de Trudi Angell y Darío Higuera Meza)

Para quienes crecimos escuchando y adorando las historias que nos contaban nuestros abuelos sobre sus andanzas en la vida, sobre todo aquellos que crecieron en un ambiente rural, este documental, ¿o road movie?, nos traslada a esos instantes mediante las anécdotas de Darío Higuera, un septuagenario que cruza la sierra de Baja California hasta La Paz en su recua para vender distintos productos que son propios del desierto.

Cosas imposibles (de Ernesto Contreras)

Aparte de su buena manufactura, esta película llegó en un extraordinario momento a las salas. Es una historia de amistad y de amor. Por lo tanto, se interpreta como un abrazo al alma desde la cinematografía. Pero no es precisamente de color rosa y he ahí uno de sus grandes méritos. Es el relato sencillo de la complicidad amigable entre la viuda sexagenaria de Matilde (con una extraordinaria actuación de Nora Velázquez) y el joven traficante de Miguel (Benny Emmanuel) dentro de una Ciudad de México desconocida para muchos chilangos.

El hoyo en la cerca (de Joaquín del Paso)

Este trabajo probablemente llegue a ser demasiado incómodo para los espectadores que profesan con devoción y exageración la religión católica, especialmente si fueron educados en colegios particulares con estricta doctrina del catolicismo. ¿Por qué? Porque retrata ese universo en la educación de niños y adolescentes de clases acomodadas. Ah, ojo a la fotografía de Alfonso Herrera; la cámara juega su papel narrativo para guiarnos en ese mundo elitista que existe y no varios quisiéramos estar.