Durante y después de su exhibición en la décima edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos, la película Luchadoras, de los directores Paola Calvo y Patrick Jasim, fue tema de conversación en distintos espacios por la forma en que retrata a Ciudad Juárez, o mejor dicho a las mujeres que crecen y viven en esa ciudad fronteriza, específicamente a aquellas que encuentran en la lucha libre una herramienta para soñar y sentir libertad en una entidad tan marcada por la violencia como lo es Juárez.
“Para mí, Ciudad Juárez era un lugar que me atraía porque me interesaba mucho saber por qué ocurrían los feminicidios y por qué se ubica a este sitio en el mundo debido a que se matan a las mujeres allí. Por casualidades de la vida, Patrick Jasim conocía a Miss Kath y así pudimos entrar al universo de la lucha libre. Entonces descubrimos un lugar y unas mujeres que nada tienen que ver con la imagen que la prensa maneja de ese lugar. Las mujeres no son solamente víctimas. También son mujeres que luchan por un cambio y logran ese cambio día con día”, comenta Paola Calvo, codirectora del documental.
Además de la luchadora alemana Miss Kath, el panorama luchístico arriba del ring y de la lucha diaria que se hace abajo del cuadrilátero también nos acerca a Lady Candy, Mini Sirenita, Baby Star y Little Star, mujeres que cuando se ponen una máscara o escuchan el clamor del público se transforman en aguerridas gladiadoras que hacen del llaveo y los lances una terapia para empoderarse y aligerar los malestares emanados de sus entornos.
“La máscara te da fuerza, te da magia. Luego de trabajar en la sala de montaje, nos dimos cuenta que Baby Star es uno de los personajes más fuertes que tenemos. La gente se identifica muchísimo con ella. Aunque no le veas la cara, su forma de interactuar con su hija, con su hermana, con su familia, da un montón de información adicional y emocional que genera en ella un personaje potente. En este caso, la máscara funciona de maravilla”.
En Luchadoras vemos a esas mujeres plantándole cara a situaciones como batallas por las custodias de los hijos, abusos laborales con excesivos turnos de trabajo y bajos salarios, acoso y hostigamiento por parte de exparejas. Al mismo tiempo, muestran sus flancos emotivos con señales de camaradería, amor por los suyos y el gusto por entrenar.
“Es importante tener estas referencias visuales y cinematográficas donde se les muestre como son, es decir, como luchadoras y mujeres fuertes. Que sirvan como ídolas para nuevas generaciones. Que una niña las vea y diga “yo quiero ser como Lady Candy, yo quiero ser como Baby Star, yo quiero ser como Little Star”. Creo que es sano para curar todo este dolor que está alrededor de las violencias que se ejercen hacia las mujeres en Ciudad Juárez”.
Sin olvidar que la historia de esta región fronteriza está empañada por crímenes contra las mujeres (violaciones, feminicidios, secuestros), Luchadoras nos introduce a un universo poco retratado e informado por la prensa: las sonrisas femeninas que surgen entre la resistencia en aras de procurar y conseguir un cambio.