Vivimos una época en la que el espectador promedio acude al cine para ver películas de las que con antelación sabe lo que verá de principio a fin. En todo caso paga un boleto e ingresa a la sala para cerciorarse de que el contenido cumpla con la expectativa creada a partir del incesante marketing y, especialmente, que cuente con todos los elementos exigidos por el público para su realización.
Esas complacencias no van con el cine de Nicolás Pereda. ¡Y qué bueno! Su propuesta permite a los espectadores reencontrarse, o conocer por primera vez, un lenguaje que concede la oportunidad de no pedir explicaciones sobre lo que se ve, además de construir/descubrir historias dentro de una historia para transitar entre interpretaciones o distintas lecturas acerca de lo que se representa.
A diferencia de sus trabajos anteriores, el director plasma en Fauna un toque de comedia genuina que enriquece el universo de sus personajes y en consecuencia, a través de ellos, el relato, o los relatos, que traza la representación inteligente, creativa y reflexiva sobre la narcocultura en México.
¿Absorbemos o somos absorbidos por las tramas contadas en series acerca del crimen organizado como Narcos? ¿Hasta qué punto dejamos volar la imaginación para crear vidas, figuras y realidades relacionadas con lo que creemos es glamour y comodidad en el narcotráfico? La idealización que hacemos de los narcotraficantes es un riesgo, por no decir una trampa de normalizar con ánimo festivo algo que como sociedad nos tiene atrapados entre violencia, miedo, sangre e incertidumbre.
Fauna va por ese camino de representar lo paródico que podemos ser cuando la narcocultura alcanza nuestros núcleos y nuestras personalidades. Lo hace a través de Luisa (Luisa Pardo) y Paco (Francisco Barreiro), una pareja que viaja de visita a la casa de la familia de ella, ubicada en un poblado al norte de México. En esa visita coinciden con Gabino (Lázaro Gabino Rodríguez), hermano de Luisa.
Luisa y Paco son actores, pero es él quien fascina a la familia de ella porque es actor en la serie de Narcos: México. Con tal de convivir, él accede a interpretar-imitar al personaje que hace Diego Luna con tal de satisfacer a su suegro y cuñado. Esa escena abre la puerta a otras dos de suma relevancia en las cuales actuar o interpretar para ficcionar es recorrer la propuesta de Nicolás Pereda. En una vemos a Gabino leyendo un libro cuyo protagonista es un detective y la película da un giro interesante en el marco de la ficción.
A lo largo de Fauna también se detectan historias no narradas de forma convencional, sin embargo muy evidentes para el espectador que se preste a ser receptivo en lo que observa. Por ejemplo, la causa por la que se ensucia la camisa de Gabino tras una noche de tragos. O el hotel que le niega internet a Luisa y Paco en un principio. Es de destacar que la película transcurre en tiempo presente; sus personajes se desenvuelven en el ahora, distantes de un pasado o un futuro. Sin duda, un ejercicio provechoso. Se trata de una sinfonía autoral entre realizador y reparto en la que todos lucen y transmiten porque comulgan en una misma idea.