¿Dónde está? ¿Qué sucedió con él? Son preguntas que se plantean todas aquellas personas interesadas en la misteriosa desaparición del neurofisiólogo y psicólogo Jacobo Grinberg en 1994. A partir de ese año hasta la fecha, la intriga domina a los curiosos, mayor aún por las teorías que surgieron acerca de su posible paradero.
Entre las aproximaciones más claras hacia una respuesta se encuentra la película El secreto del doctor Grinberg, dirigida por Ida Cuéllar. Este documental de 2020 desglosa el caso a través de todas las personas involucradas en el proceso de su trabajo y los últimos días antes de desaparecer de forma extraña. Eso incluye a personajes relacionados con las teorías que, prudentes o disparatadas, se han manejado para explicar qué ocurrió con él.
Uno de los nombres que aborda este documental es el de Bárbara Guerrero, alias ‘Pachita’, curandera mexicana que cobró fama por practicar cirugías con un cuchillo de cocina y prestar su cuerpo al emperador Cuauhtémoc para llevar a cabo esas operaciones. Hombre de ciencia, Jacobo Grinberg se interesó en ella con fines de estudio sobre el cerebro consciente y la prestidigitación dentro del chamanismo. Como resultado de esa investigación escribió el libro Pachita. Un testimonio veraz del poder de la mente sobre la materia, donde describe cómo la mujer sanaba enfermos a través de cirugías psíquicas.
En el cine mexicano, la figura de Pachita fue referida y desvirtuada en el filme Durazo, la verdadera historia, dirigida por Gilberto de Anda. Se le retrata como una bruja charlatana ligada al narcotráfico, un perfil completamente burdo y distinto al que personalidades como Alejandro Jodorowsky y Leo Dan narraron sobre ella tras haber atestiguado sus operaciones en vivo. De hecho, el cantautor argentino compuso Pachita, canción dedicada a Bárbara Guerrero y su poder curativo. Mientras tanto, el cineasta/dramaturgo/psicomago chileno lo ha hecho en publicaciones como Psicomagia.
Con El secreto del doctor Grinberg, Ida Cuéllar rescata a la figura de Pachita con diferentes testimonios que nada tienen que ver con temas relacionados al crimen organizado y, de paso, para aclarar quién fue y por qué fue trascendental en el campo profesional de Jacobo Grinberg. En este sentido también influye para que teóricos de la conspiración aclaren el panorama respecto a la versión de que el científico fue secuestrado por discípulos de ella con el objetivo de que el emperador Cuauhtémoc poseyera su cuerpo para operar en otros lugares lejanos.
Para contrarrestar el efecto de leyendas y mitos que se han construido alrededor de este caso por casi tres décadas, Ida Cuéllar encuentra a un comandante policiaco que es elemento clave para estructurar una vertiente más apegada a la realidad sobre el motivo que hay detrás de la desaparición. La causa apunta a una de las primeras teorías que se generaron y que puso a la CIA como presunta responsable de “esconder” a Grinberg.
A sabiendas de que el misterio no se resuelve debido a que el científico continúa en calidad de desaparecido, el espectador se mantiene cautivo con la película de inicio a fin porque posee amplia y fresca información a la mano de un suceso que cuenta con todos los ingredientes de un thriller, pero que tiene su principal atractivo en lo real de un caso que en apariencia puede ser comprendido de inverosímil.