Cuando una historia está bien contada mucho más no hace falta. El cinenos ha demostrado que muchas de aquellas películas que han quedado en la memoria de los espectadores a través de los años es porque, a veces, han tenido algo para decirnos. Tal vez nos permitieron reflexionar, nos interperlaron, nos obligaron a hacernos preguntas ya respondernoslas a nosotros mismos o en conjunto con un otro.
Porque, sí, es cierto que quizás el fin último de una cinta es entretener, pero no hay que olvidar la humanidad que percé ya posee el séptimo arte. Al ver C’mon C’mon uno se puede encontrar con esto mismo. La nueva película protagonizada por Joaquin Phoenix no necesita efectos especiales, ni siquiera estar en color para generar un cóctel de emociones que van desde la risa hasta esas lágrimas sentidas y transformadoras.
Gaby Hoffmann y Joaquin Phoenix en C’mon C’mon (Foto: Diamond Films)
La historia sigue la vida de Johnny, un periodista de unos 45 años productor de su propio podcast. Soltero y sin hijos, su hermana le pide que cuide de suúnico hijo mientras ella trata de ayudar a su esposo quien debe internarse en una clínica psiquiátrica. Escéptico por cómo se llevaría con el pequeño -apenas habían tenido vínculo antes- al principio duda de que pueda hacerse cargo de él. Sin embargo, finalmente cede ante el pedido de su hermana y viaja desde Nueva York hasta Los Ángeles.
Allí se encuentra con Jesse, quien vive en una elegante pero bohemia casa repleta de música y libros. Un típico hogarintelectual, aunque con la notable ausencia de su padre. Jesse sabe que algo malo sucede, pero ante el silencio de su madre prefiere refugiarse en otras experiencias como cualquier niño. Entonces, la llegada de este tío casi desconocido se convierte en una especie de bálsamo para latristeza que implícita está en su corazón.
A medida que transcurre la película, este vínculo va creciendo cada vez más hasta que realmente llegan a hacerse inseparables. A pesar de sus diferencias, Johnny, desde su rol de tío, logra que poco a poco Jesse encuentre un espacio para expresar lo que siente, para exorcizar la ira que le produce no estar con su familia.
El filme es emotivo en todo sentido y seguramente quienes tengan sobrinos llegarán a sentirse más movidos por la historia. Sin embargo, C’mon C’mon nos deja una enseñanza que todos podríamos tomar sin importar cuál sea nuestro rol.Una de las cosas que nos transmite la películatiene que ver con la expresiónen la infancia. Que un niño o niña encuentreun espacio para decir lo que le está pasandoes esencial para hacerlo sentir acompañado, seguro de sí mismo en el lugar que ocupa.
Encontrar estos espacios en la infancia no siempre es fácil, pero Jesse tiene suerte de tener a Johnny, un hombre aparentemente solitario con un mundo interno y sensible más grande de lo que él mismo cree. De hecho, esta peripecia que lo lleva con su sobrino a Los Ángelesprimero, luego de vuelta a Nueva York y más tarde a Nueva Orleans, le sirve a él mismo también para reflexionar sobre acciones de su propia vida.
(Foto: Diamond Films)
Por supuesto, el vínculo entre ambos es el sustento de la película y, en este sentido, hay que destacar las actuaciones tanto de Phoenix como de Woody Norman, sin dudas, una revelación a quien se le podría auspiciar una larga y exitosa carrera en Hollywood. El joven actor de solo 13 años brinda una sentida y magnífica actuación de la que no deja rastros en absoluto de que en verdad es británico. Su acento americano está interpretado a la perfección sin duda alguna.
Y qué decir de Joaquin Phoenix. No es novedad que el actor ganador del Oscar ya es un emblema del cine de los últimos años. Películas como Walk the Like, The Master, Gladiator y recientemente el Joker, interpretación por la que ganó su primer Oscar demuestran la versatilidad que el artista posee para dar vida a personajes tan disímiles entre sí. Phoenix puede pasar de ser un sociópata a un hombre común con una facilidad realmente digna de resaltar.
Pero volviendo al principio. Sin una buena historia, una película nunca sería lo mismo. Aquí, el punto lógicamente es para Mike Mills, escritor y director de esta película en blanco y negro en la que demuestra que no necesita siquiera colores para mantener entretenido al público con lo que secuenta. Sucede también que Mills no es un novato en este tipo de drama. En 2010, el cineasta sorprendió con Begginers, que seguía a Hal, un hombre de unos 70 años que se declara homosexual tras la muerte de su esposa de toda la vida. Y también hizo lo propio con la inspiradora 20th Century Women, que hace foco en las experiencias de mujeres de diferentes edades en los años 70.
Scoot McNairy y Woody Norman (Foto: Diamond Films)
Las tramas narrativas que construye Mills son sencillas pero complejas a la vez, sí, como la vida misma. Cada historia que se propone contar posee una profundidad necesaria que da gusto ver en pantalla grande y C’mon C’mon es el ejemplo de ello.El filme ya está disponible en los cines de Argentina y México.