Esta semana, después de siete años de emisiones, Better Call Saul llegó a su última parada. Con el título “Saul Gone”, que alude al mismo juego de palabras con el que Jimmy McGill inventó su pseudónimo para practicar la abogacía, el spin-off de Breaking Bad le puso el punto final a la sexta temporada, la definitiva. Fue una despedida que estuvo completamente a la altura de las circunstancias, que confirmó que Vince Gilligan y Peter Gould tienen una gran capacidad como narradores.

Fue una clase magistral de Bob Odenkirk, a quien vimos interpretar las tres versiones de su personaje durante la hora que duró el episodio: Jimmy McGill, Saul Goodman y Gene Takavic. La mejor parte es que las tres personalidades aparecieron en diferentes momentos y con diferentes tonalidades. Vimos “morir” a Gene Takavic después de ser capturado por la policía en el basurero; reaparecer a Saul Goodman en su mejor versión de abogado durante la negociación con los fiscales y el diálogo con la jueza; y el renacimiento de Jimmy McGill con esa increíble secuencia del final.

No había mejor final posible para el recorrido de Jimmy McGill, un hombre que toda la vida se dedicó a estafar a la gente, que terminar en la cárcel. Pero lo que hizo perfecto a este desenlace fue el espacio que tuvo para la redención. En este sentido, la figura de la máquina del tiempo fue una de las más importantes, sobre las que dialogó con Walter White y con Mike Ehrmantraut, y sobre la que pudo haber conversado con su hermano Chuck (que estaba leyendo una novela con este título escrita por H.G. Wells) si hubiera dejado su ego de lado.

La idea de la máquina del tiempo se presentó primero como una forma de ganar provecho económico, cuando le confesó a Mike que invertiría su dinero para ser millonario con una empresa que sabía que crecería mucho. Luego apareció como forma de remordimiento cuando Walter White contó lo que le pasó con la empresa Grey Matter y le dijo que era una imposibilidad científica crearla. Hasta que finalmente apareció como redención: Jimmy McGill logró crear su máquina del tiempo (no de forma física sino simbólica) cuando confesó todos sus crímenes delante de Kim Wexler y logró enmendar su vínculo con ella. La secuencia final, con ellos dos fumando en la cárcel y solo la ceniza con color fue la muestra de que un nuevo comienzo se estaba gestando, que a su vez fue un guiño hacia los cigarrillos que compartieron en el estacionamiento del juzgado, donde nació el amor.

+El hito de Better Call Saul

No tiene sentido discutir sobre si Breaking Bad es mejor o peor que Better Call Saul. Lo mejor es, simplemente, agradecer haber sido contemporáneos a ambas producciones creadas por Vince Gilligan. Lo interesante, sin embargo, pasa por el hito que marcó: “Saul Gone” logró una aprobación prácticamente absoluta en un contexto en el que los finales suelen decepcionar a los fans. En IMDb, el episodio tiene un 9.8 sobre casi 30 mil votos recibidos, mientras que en Rotten Tomatoes la aprobación es del 98% con casi 300 críticas.