Estamos en las horas previas a la celebración de Halloween, por lo que fueron y serán días dedicados al terror. Por supuesto, en los servicios de streaming encontrarás múltiples opciones para realizar una maratón, pero el cine siempre está disponible para este tipo de historias. Desde el jueves, el público cuenta en la cartelera con La Luz del Diablo, la nueva película de Daniel Stamm, protagonizada por Jacqueline Byers, Virginia Madsen, Ben Cross y Colin Salmon, entre otros.

La trama se centra en casos de posesión demoníaca que aumentaron considerablemente, lo que llevó a la Iglesia Católica a reabrir en secreto escuelas de exorcismo para capacitar a los sacerdotes. Ante esto, la hermana Ann cree que puede realizar el rito sagrado, pese a que históricamente ninguna mujer lo ha hecho. Su propia alma estará en peligro ya que las fuerzas demoníacas con las que lucha revelan una conexión misteriosa con su pasado traumático.

Antes de iniciar, lo primero a detenerse es ver qué es lo que ha hecho Daniel Stamm en el pasado, y allí podremos comenzar a plantear una idea sobre su nueva producción. En 2010, uno de sus primeros trabajos como director fue El Último Exorcismo y cuatro años después regresó con 13 Pecados, otra propuesta que se mete de lleno con el género de terror, pero lamentablemente no tuvieron el impacto que hubiese imaginado. Ahora, regresa con una nueva historia que da la sensación de haberla visto más de una o dos veces.

La idea de los largometrajes de posesión y demonios conectados con la iglesia siempre cuentan con un ingrediente particular, pero la realidad es que son pocos los ejemplos que dejan un resultado verdaderamente agradable y no sentir que se ha perdido el tiempo. En lo que respecta a La Luz del Diablo, desde su inicio observamos una escena que nos lleva a empatizar con la protagonista, quien mantiene múltiples traumas de su infancia a causa de su madre y dentro de la institución busca romper con una tradición, pero este empoderamiento se siente como un flan sin los ingredientes necesarios que simplemente se cae.

El problema principal de este film no se encuentra en que los clichés y los lugares comunes sean revisitados constántemente, si no que en su planteamiento deja ver detrás un mensaje que de algún modo se contradice. Sin emitir spoilers, intenta dar una lección de cómo modernizar una escuela tan tradicionalista y conservadora como es la iglesia, pero al final todo queda en la nada, ya que esas ideas que intentan modificar son las que terminan ganando o teniendo una mejor consideración entre los personajes.

En sus 93 minutos, el trabajo técnico y la labor de sus actores son lo mejor que podemos encontrar. Jacqueline Byers y Colin Salmon brillan ante cada una de sus apariciones y por momentos sostienen el guión escrito por Ropert Zappia, que no permite un desarrollo coherente y al final tenemos una película sobre posesiones y exorcismos demasiada insípida. La Luz del Diablo es un film que navega por los clichés e intenta mantener oculta una idea que no es nada agradable. Ya disponible en cines.