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Festival de Rotterdam

Qui rido io, el riesgo de que cine y teatro se confundan

Dirigida por Mario Martone, esta película de Italia se exhibe dentro del Festival de Rotterdam en la sección Harbour.

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Qui rido io, película que se exhibe en el Festival de Rotterdam. (Foto: Indigo Film)
Qui rido io, película que se exhibe en el Festival de Rotterdam. (Foto: Indigo Film)

Pesa demasiado llegar a esta película con el antecedente de haber visto La grande bellezza (2013) y È stata la mano di Dio (2021), dirigidas por Paolo Sorrentino. ¿El motivo? La dirección actoral a cargo del realizador con Toni Servillo, que a su vez encuentra en el cineasta a un extraordinario cómplice para manejar personajes poco expresivos y de mucha contención.

Servillo es el protagonista de Qui rido io, de Mario Martone. Personifica a Eduardo Scarpetta, famoso comediante italiano que dominaba la taquilla teatral durante la Belle Époque a principios del siglo XX. ¿Cuál es el problema? Que el Scarpetta de Servillo es igual arriba del escenario que abajo de él, no hay diferencia. Por si fuera poco, se desenvuelve en un tono bufonesco que tiende hacia la sobreactuación. Esto genera que la película se haga pesada.

Haciendo a un lado este aspecto, el punto crucial de la historia se centra en el hecho verídico del juicio por plagio que emprendió el poeta Gabriele D’Annunzio en contra Eduardo Scarpetta por la parodia de su obra La hija de Lorio. Fue el primer gran proceso judicial por derechos de autor en Italia, lo que fue calificado como un escándalo. Este suceso en teoría no debió suceder porque D’Annunzio concedió su autorización (no escrita) para que se parodiara su texto, sin embargo, tras la presentación de la puesta en escena, cambió de parecer.

Esto acontece en el marco de un gran momento para el teatro en ciudades como Nápoles, donde Scarpetta era el rey de la marquesina, especialmente por las piezas rimbombantes de su personaje Felice Sciosciammocca. Bajo este contexto, la recreación de ambientes y espacios para transportarnos a esa época es destacable a nivel de producción. De igual manera se percibe un gusto particular de Mario Martone por la cultura teatral de aquellos años.

Pero en ese gusto tiene su encrucijada con el protagonista porque la división entre teatro y cine apenas se aprecia. ¿Consecuencia de una ausencia de dirección actoral por parte de Martone o un exagerado trabajo de Servillo? Scarpetta es Scarpetta en los recintos teatrales, en la privacidad de sus amoríos a escondidas y en lo público de un litigio.

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