Cintia. Así se llama la joven que fue asesinada por Omar en Tijuana. La víctima y el homicida tienen nombre. De darles esa identidad se encargó Javier Ávila, director de Niña sola, al prestarle atención a este caso que estaba en el olvido. Pudo ser un feminicidio más que las autoridades catalogan como cifra de delito, sin embargo, la impunidad no iba a quedar archivada gracias a esta película.
Saber que un feminicida anda libre y que las autoridades actuaron en beneficio de la injusticia es para gritarle a la pantalla, sin duda. En contraste, con más calma, si es que se puede tenerla, la reflexión se canaliza a tomar plena conciencia de las acciones machistas que van registrándose en torno a un ambiente donde una mujer puede perder la vida como consecuencia de ello.
Para ahondar más en el asesinato de Cintia, una chica que tenía miedo de salir a la calle por temor a que le hicieran algo y cuya historia familiar estaba ligada a la violencia ejercida contra las mujeres de su núcleo, Javier Ávila nos guía a tratar de comprender qué hay detrás o alrededor de un feminicidio que parecía invisible para la sociedad.
¿Por qué te atrajo este caso? ¿Cómo llegaste a él?
El proyecto inició en septiembre de 2016. Se registraron cinco casos de feminicidio en Tijuana. En el tiempo que llevaba de vivir ahí, no había pasado algo así. Entonces fue una noticia que alarmó a la ciudad entera. Pero no había mucha información al respecto. Encontré una nota que había escrito Saúl Ramírez para el semanario Zeta donde él hace un recuento de cuatro de los cinco casos y al leerlo me interesó mucho empezar a desarrollar un proyecto audiovisual acerca del tema de violencia de género y feminicidio con la intención de conocer a las familias de las víctimas y visibilizar el problema.
Arcelia, la madre de Cintia, estaba muy molesta porque nadie hizo ninguna nota ni reportaje del caso (el asesinato de su hija). No salió en la televisión, ni en la radio. Cuando yo le comento a Saúl mi intención de acercarme con los familiares de las víctimas, él me recomienda contactar a Arcelia porque ella estaba muy interesada en dar a conocer el caso de su hija, sobre todo porque hay una claridad en la identidad del asesino, que está prófugo.
A partir del primer encuentro con Arcelia, nos contó toda la historia de Cintia. Pero también nos contó su propia historia. Ahí surge esta idea de colaboración para tratar de conseguir justicia, visibilizar y crear una herramienta de conciencia que sirva para generaciones más jóvenes con el fin de cuestionar los roles que juegan en la sociedad, para cuestionar por qué el machismo sigue vigente, por qué las conductas violentas permanecen y cómo se pueden erradicar.
En Niña sola hay un contexto en el que nos vas adentrando para conocer la atmósfera y el ambiente que rodea el caso y a esta Tijuana que no conocemos. A través de las frases que va expresando la voz en off nos desglosa muchos problemas ligados al machismo, la misoginia y con tendencia criminal.
Sí. Había varios aspectos que tenía muy claros desde el principio. De entrada, quería hacer las entrevistas solamente con micrófonos y grabadora. No quería hacerlas con cámara porque me interesaba enfocarme en la dimensión sonora, en captar el testimonio para que a partir de ello las imágenes funcionaran como fotografías destinadas a convertirse en metáforas. Quería que el público termine de poner las piezas.
Los temas están muy delimitados en cuanto a las imágenes. Me refiero a los temas relacionados sobre cómo conocen a sus parejas, los momentos violentos con las parejas, las reflexiones, los miedos. Todo eso está ligado a partir de la vértebra que es el sonido, combinado con un mosaico de imágenes que pretenden sensibilizar y complementar la emoción que brinda la voz.
Como era un documental que aborda un crimen quisimos alejarnos del sensacionalismo, del amarillismo de los medios, del morbo que hay cuando una producción audiovisual habla de un asesinato, de un prófugo. La intención era que la película mostrara un lado crudo y fuerte pero con sensibilidad y respeto hacia los espacios íntimos de los personajes.
En ese mosaico de imágenes hubo tres que me llamaron la atención. Una es la celebración religiosa de corte evangélico. Otra es una pareja que se encuentra afuera de un espacio que dice ser territorio católico. Luego vemos un mural relacionado a las campañas antiaborto. ¿Fue con intención capturarlas o simplemente aparecieron sobre la marcha esas postales?
Cuando fuimos por primera vez a hacer un recorrido por la colonia Villa del Campo, íbamos señalando los espacios que nos interesaba retratar precisamente porque esos lugares le dan identidad a la colonia. La gente de Villa del Campo es fanática o fiel creyente en las religiones católica y cristiana. También hay muchos testigos de Jehová. Es parte de su identidad.
Me interesaba también el campo de futbol repleto de niños que nos hacían pensar si entre ellos estaba el próximo Omar (feminicida) y cómo esos niños podían alejarse de la misoginia y el machismo a sabiendas de que conviven en un lugar que se sabe es hostil por los altos índices de violencia que registra.
Rara vez vimos una patrulla. No se sentía que hubiera algún tipo de control o seguridad. Ocurrían crímenes mientras estábamos ahí. Se nos acercaron vecinos de Arcelia para ver si queríamos tomar video o entrevistarlos porque les acababan de matar a un familiar. Había muchos carros que no coincidían con automóviles que podían coincidir con el perfil de una vivienda de bajos recursos.
Es un lugar muy especial. Necesitábamos que quedara claro cómo es ese lugar, que se sintiera la atmósfera de ese espacio.
¿Qué sensación te deja saber que el culpable, el feminicida de Cintia, sigue prófugo?
Rabia, enojo, impotencia, desesperación, tristeza. Hay una falta de voluntad tremenda en la autoridad. Parece que la misma autoridad no quisiera resolver los crímenes. Parece que no quiere impartir justicia.
Arcelia tuvo muchas malas experiencias con ellos. La hicieron perder mucho tiempo. La traían de arriba a abajo, no la respetaban, la revictimizaban. Cuestionaban a los testigos, no les creían, los asustaban, les advertían que no fueran a testificar porque podían meterse en problemas. Eso, para mí, habla de nexos… O simplemente de corrupción y falta de voluntad.
En el aspecto sociocultural juega un papel importante el matriarcado en el sentido de la madre como enemiga de la mujer que está junto a su hijo. En este caso es cómplice.
Ese es un tema de los más sensibles, de los más delicados, porque estamos cuestionando a una madre. Creo que sería muy fácil enjuiciar a la madre de Omar, pero estamos hablando de la madre de un criminal. Y no solamente de uno. Toda su familia tiene antecedentes.
La pregunta que nos deberíamos hacer en torno al papel de la madre, que también tiene actitudes machistas y que no se pone del lado de otras mujeres, consiste en saber qué habrá atravesado ella, ¿por qué es así?
Tendríamos que ir por el camino del entendimiento. Por eso la película es una reconstrucción de vidas, para escuchar y tratar de entender. ¿Cómo podemos entender la mentalidad de un asesino, de alguien que ya se había metido en problemas? ¿Quién lo prepara para eso? Creo que no todos tenemos las mismas herramientas para crear nuestras ideologías.
¿Qué te cambió a ti en lo personal Niña sola?
Principalmente a no quedarme pasmado ante las situaciones tan violentas que viven las mujeres. No podemos paralizarnos. Tenemos que mirar a este mal a los ojos y encontrar las palabras para nombrarlo. Creo que los niveles de violencia en la actualidad de México nos dejan sin palabras. Ya no hay palabras.
Era imposible no sentirte mal estando en los días de rodaje. Fue hasta los últimos días cuando sonreímos, hasta ese momento pudimos quitarnos ese peso que no nos permitía sonreír. Era una carga enorme de tristeza y más cuando estás tan cerca de las personas que viven el duelo directo.
La mayor enseñanza fue no paralizarme y poder nombrar las cosas, poder enfrentarme a las cosas para tratar de cambiarlas.