Tras la muerte de su padre (Peter Mullan), Iris (Freya Allan) descubre que ha heredado un antiguo bar en ruinas. Viaja a Berlín para identificar el cuerpo de su padre y reunirse con el abogado (Ned Dennehy) para hablar sobre su herencia. Lo que ella no sabe es que, cuando firme las escrituras, quedará ligada a una entidad indescriptible que habita en el sótano del bar: Baghead, una criatura que cambia de forma y puede convertirse en cualquier persona que haya muerto.
La premisa no posee mayores complejidades ni grandes giros. Aquí se asiste a algo directo cuyo misterio carece de la suficiente intriga como para mantener al espectador atento, si es que no engancha desde un primer momento.
Lo que pasa es que, expuesto el conflicto, los personajes quedan presos de su ineptitud. No toman mayores decisiones y las que toman no vuelven el panorama mucho más atractivo, sobre todo porque implican sólo perjudicarse a sí mismos.
La psicología de los involucrados está poco desarrollada y, sinceramente, no son lo suficientemente llamativos como para plegarse con sus motivaciones. De la nada pasa esto y lo otro, y las consecuencias son quedarse atrapados en una maldición que les cayó encima.
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No existe energía para explorar lo que los condena o al menos combartirlo, y esto hace que la película se sienta tremendamente estática en sus locaciones y en su desarrollo.
¿Cómo es Baghead, la película de terror con Freya Allan?
Sin duda, este es un inconveniente mayor cuando se intenta expandir una idea que ciertamente funciona mucho mejor en su formato de cortometraje, el que fue originalmente estrenado en 2017. A pesar de que el diseño de la producción da para hacerse múltiples preguntas y cuestionarse lo que están viviendo. Se queda corta en explicaciones.
La pasividad de la protagonista es desesperante. Su incapacidad se alimenta por su inmadurez y el odio contra su padre. Es como que se sometiera al problema, incluso cuando no está de lleno bajo el poder de la entidad oscura que le han heredado.
El potencial de la película radica en el monstruo. De estética atractiva y movimientos espeluznantes, guarda un secreto y una historia que resultan atractivos de ver sólo por la curiosidad de entender su mitología.
Lamentablemente eso no pasa hasta muy avanzada la película y cuando se está escarbando hacia algo concreto, todo lo que se construye se desmorona abruptamente. Porque las indagatorias no las hace precisamente la protagonista, sino que un personaje secundario que es repentinamente extirpado de la trama.
De hecho, es el monstruo el que aportará lo más llamativo de la producción. Un final que es coherente con lo que cuenta, pero que ciertamente provocará incomodidad entre los espectadores de aspiraciones más convencionales. Esto se resuelve de la manera más sorprendente posible, con algo que sin duda da pie para secuelas.
La falla de Baghead está en su ejecución. Se parece peligrosamente a lo que hizo en 2023 la increíble Talk To Me, que hoy se puede ver en Prime Video. Si bien tiene aspectos para diferenciarse; carece del peso emotivo, las escalofriantes secuencias o si quiera el cariño de ese gran esfuerzo en el terror que se vio el año pasado.
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Baghead es desconcertante, porque los elementos están presentes, pero su combinación no llega a buen puerto. Resultando en una película que vale la pena revisar por su propuesta, pero que probablemente será olvidada apenas se ponga un pie fuera del cine.