Puede considerarse que es fácil elaborar una lista de este tipo. Y hasta cierto punto lo es, porque siempre será más sencillo encontrarle más aspectos negativos que positivos a una película. Por eso es necesario verla un par de veces para corroborar si en efecto es tan mala o buena como se percibió la primera vez y salir de dudas, o aclararlas.

En este caso, los títulos que aparecen en el listado se vieron en dos ocasiones, además de comentarse entre quienes los vimos. El resultado de tales ejercicios fue la coincidencia de opiniones que los coloca entre los menos afortunados del año. 

 

Patitos feos (de Mauricio Chernovetzky)

Formó parte de la selección oficial del Festival Macabro 2021. La premisa es ir a buscar la cabeza extraviada de Pancho Villa tras haber sido decapitado. Hasta ahí bien podemos decir que encaja perfectamente con Macabro, pero la película sale sobrando ante tal premisa en el intento por hacer un weird western que al final se asemeja más a un experimento de Jodorowsky que a un híbrido de fantasía con terror. 

La historia se centra en tres hermanos de mediana edad que nunca han salido de su rancho en Chihuahua hasta que se animan a abandonar el terruño para ir a la búsqueda de su abuelo, Doroteo Arango, o mejor dicho de su cabeza. La idea no es mala, pero la ejecución sí.

El ídolo (de Erwin Neumaier)

Otra comedia que llegó a cines. La idea es buena, incluso las subtramas que toca (como la relación padre-hija), pero es precisamente el género elegido una de sus principales fallas. Está contada mediante cabos sueltos que dejan al humor la resolución de lo que ocurre, por lo que no termina de cuajar la historia y se percibe como una saturación de situaciones chuscas.

Trata de un joven compositor que conoce a su ídolo, un música en decadencia al que decide otorgarle el derecho de sus obras para que vuelva a triunfar como lo hizo antes. Pudo haberse jugado más con esa premisa desde otro ángulo distinto al abuso por obtener la risa.

Amalgama (de Carlos Cuarón)

Algo tiene la odontología que es de las profesiones menos cinematográficas que existen. Para muestra, esta película. Por si fuera poco, lo comprueba con una premisa nada antojable: dentistas que acuden a un congreso dental en la Riviera Maya y dan rienda suelta a sus conflictos internos. 

Dentistas con problemas existenciales protagonizan esta historia. Desde el Festival Internacional de Morelia 2020, edición que se exhibió por primera vez, este título dejó mal sabor de boca. Contra los pronósticos, se estrenó este año en salas. Sin embargo, lo hizo al mismo tiempo que Spider-Man: No Way Home, West Side Story y House of Gucci. En resumen, no trajo todas consigo.

El exorcismo de Carmen Farías (de Rodrigo Fiallega)

Nada más desgastado en el cine de terror actual que el tema de los exorcismos. Peor aún es cuando se recurre a esa temática para engañar al público. Y eso es lo que hace mal, de inicio, esta película. Nunca ocurre un exorcismo como tal. Ya desde ahí, se encamina a ninguna parte.

La historia se basa en una periodista que hereda una casa, sitio donde habrán de acontecer fenómenos paranormales. ¿Así o más cliché? Bueno, hay más clichés del género utilizados de manera forzosa porque no contribuyen como elementos narrativos. De hecho, el guión no tiene rumbo fijo. 

El mesero (de Raúl Martínez)

Aquí nos topamos con la típica comedia diseñada para llegar a las salas con el único objetivo de generar taquilla. Nada más. No por ello deja de reconocerse el esfuerzo de Vadhir Derbez, Bárbara López y Guillermo Villegas en su intento por sostener una película llena de tópicos y con un guión que se sujeta precisamente del reparto ante la debilidad del argumento.

Es la historia de un chico que trabaja como mesero y aspira a tener el mismo estilo de vida de los clientes que atiende. Se trata de una trama de corte aspiracional que se va por la fácil de dejarle todo a un golpe de suerte en medio de una realidad que dista mucho de lo que en verdad implica el oficio de mesero.