En las últimas semanas, su nombre volvió a aparecer entre las tendencias. Es que Lily Collins vive uno de sus mejores momentos profesionales luego de lanzar la segunda temporada de Emily in Paris para Netflix. Y aunque las críticas de los usuarios puedan no ser las mejores con respecto a la trama, lo cierto es que su interpretación y su estilo fueron muy halagados, convirtiéndola así en una de las actrices más queridas. No obstante, detrás de los brillos siempre hay una historia un tanto oscura.

A sus 32 años, la celebridad británica se encuentra en la cima del éxito: tiene el trabajo de sus sueños, se encuentra muy bien en pareja con Charlie McDowell y es adorada por el público. Pero todo aquello lo alcanzó luego de pasar momentos muy complejos en el pasado. Cabe recordar que sus padres son, nada menos, que la actriz Jill Tavelman y el músico Phil Collins. A partir de la ausencia de este último, comenzó a padecer trastornos alimenticios.

El complejo vínculo con su padre la llevó a buscar la perfección en otros aspectos de su vida. Y fue de ese modo como todo se fue de control. Así se animó a contarlo ella misma en su libro Sin filtro: sin vergüenza, sin arrepentimientos, solo yo, que publicó en 2017. En ese año, también protagonizó el drama disponible en Netflix titulado Hasta los huesos, donde su actuación de una joven con anorexia nerviosa fue aclamada por la crítica.

Es que ella conoce muy bien de que se trata. En su libro, mencionó que su descenso de peso extremo se intensificó cuando se volvió adicta al ejercicio y a los laxantes, a la par de que solo se alimentaba a base de café y chicles. ¿El motivo? Lily Collins, tras el divorcio de sus padres a los cinco años, sentía que “no podía soportar el dolor y la confusión y que necesitaba su aprobación porque sentía que no era suficiente”.

Asimismo explicó que el alcoholismo de su padre Phil Collins y una relación tóxica de pareja con violencia verbal y física fueron el impulso necesario para detener la situación e iniciar su recuperación luego de unos cuantos años de juventud dedicados en su totalidad a la lucha por la alimentación y autoestima. Aunque forma parte del pasado, ella asegura: “Nunca se borrará porque es parte de lo que soy. Pero ya no define cómo vivo mi vida a diario”.