En la filmografía mexicana el personaje de la bruja estuvo presente en títulos de distintas décadas del siglo pasado, pero manteniéndose ausente del actual. Eso, en mayor medida, es consecuencia del poco atrevimiento que existe para producir películas de terror. Se trata de un género al que se le mira hacia abajo con desdén, como si fuera maldito.

Dicho menosprecio a un género que irónicamente tiene un gran número de fans y adeptos en nuestro país empieza a combatirse a cuentagotas. Por fortuna no todo está perdido. Hay directores como Isaac Ezban que creen en el terror, sobre todo en el terror mexicano, y sacan adelante proyectos que rescatan la tradición oral nacional de historias ligadas a la brujería.

Platicamos en Spoiler con el cineasta para ahondar en Mal de ojo, una película que asoma nuevamente en pantalla grande a la figura representativa de la bruja, así como procurar la identidad femenina en tramas de terror con personajesfuertes, dominantes y poderosos.

Entrevista con Isaac Ezban, director de Mal de ojo

¿Qué hay detrás del título de la película? ¿Por qué elegiste ese nombre en particular? Pregunto porque nos remonta a algo que hemos escuchado de forma cotidiana en la cultura popular.

Es un título que terminamos por escoger debido a que tiene mucho que ver con la historia. Vemos a una niña que está descubriendo su paso a la adolescencia, por lo tanto trata de descubrir un nuevo mundo y quién es ella. Sin embargo, si bien aborda esa parte, es un guion ambicioso que también toca el mundo de los adultos y sus temas. Entre esos temas, la envidia, que es precisamente de lo que va el mal de ojo.

La maldición que detona todo es un mal de ojo que sucede hace muchos años. Lo que remonta a esa misma maldición en tiempo presente es otra vez un mal de ojo. De forma orgánica, ese mal se apega a la historia que queremos contar en el título.

Por otra parte, en un sentido de marketing y para atraer productores, es un título atractivo. Y lo es porque en nuestra cultura todos han escuchado del mal de ojo, mucha gente le teme. Otras tantas personas hacen un sinfín de cosas para protegerse de él. Como terror es un título vendedor porque de inmediato te preguntas “¿de qué tratará una película sobre eso?”.

En Macabro 2022 hubo películas que enaltecen el rol de la mujer como protagonista fuerte y activa en las historias de terror. Un título como Two Witches rescata a la figura de la bruja desde el punto de vista matriarcal, algo que también se ve en Mal de ojo. ¿Cómo defines tu película en ese sentido?

Me gusta que es una película muy femenina y eso la hace todavía más interesante. De hecho, los personajes masculinos tienen un rol de entes hipnotizados y controlados por la brujería femenina. Ellos no tienen peso en la trama. Quienes dominan las acciones son ellas.

Mal de ojo es una historia femenina que para mí fue inquietante acercarme a ella. Entre las decisiones para realizarla, se organizó un crew balanceado de hombres y mujeres como cabezas de departamento para mantener ese toque con las mujeres como las protagonistas de la película. Había que concentrarnos en ellas y sus personajes.

Partimos de que en el terror y la brujería hay conexiones especiales con la sangre, con la carne y con cuestiones sensuales que son de carácter exclusivo de la mujer. Quisimos transmitir eso con las mujeres que llevan la batuta de la historia.

Al hablar de brujas en el cine mexicano, los ejemplos más recientes que vienen a mi mente son Isabela Corona en La tía Alejandra, Ana Patricia Rojo en Veneno para las hadas y Evita Muñoz ‘Chachita’ en Hermelinda Linda. Pero hablamos del siglo pasado.

Definitivamente el folk horror, o terror folclórico, es algo que está de regreso. Tenía mucho tiempo de no hacerse. Creo que es importante observar que este terror folclórico tiene una nueva ola desde hace cinco o seis años a nivel internacional. Lo vemos con el cine de Robert Eggers, de Ari Aster, y las historias que se remontan a la magia negra, a las leyendas. En México no se había hecho mucho. Nos quedamos en películas de antaño, nada nuevo.

Me siento muy afortunado de haber tenido a Ofelia Medina y a todo el elenco que participa en Mal de ojo. Fue un reparto multifacético y dinámico. Ofelia es una actriz con experiencia y tablas que al pisar el set impregnaba una presencia muy fuerte que ponía al resto de los actores en un nivel de sugestión con su personaje.

Paola Miguel, que interpreta a Nala, dejó todo en la cancha. ¡Fue su primer protagónico en cine! Estoy convencido de que será una actriz relevante en el futuro del cine mexicano. Posee instinto, inteligencia y talento para llegar lejos. Junto a Ofelia Medina hizo un gran trabajo en equipo, se entendieron bien. Ambas se compaginan de maravilla para explorar el universo de brujería femenina que planteo en la película.

¿Qué te llevó a escoger a Ofelia Medina como la protagonista en el rol de Josefa?

Sabíamos que era un reto darle ese papel a una actriz de edad avanzada. Nos pusimos a ver opciones de actrices que podían dar ese personaje y decidimos que había que buscar a una actriz que tuviera la edad de Josefa y fuera experimentada en cine. Para nosotros Ofelia fue siempre la primera opción.

Es una actriz que ha hecho distintos géneros, pero no había hecho terror. Le hicimos la propuesta, le dimos el guion y le encantó la idea. Fue interesante para todos que no tuviera terror en su historial porque así permitió guiarla en algo novedoso dentro de su carrera, pero al mismo tiempo ella puso de su propio talento para hacer suyo al personaje y construirlo de una manera brutal.

Es una buena noticia que una película mexicana de terror llegue a cines. ¿Por qué se le castiga o menosprecia tanto a este género en nuestro país en materia de producción?

Me parece un fenómeno muy extraño porque es un género muy querido por nosotros como espectadores y cinéfilos. Los mexicanos, además, somos fans de leyendas e historias de horror. Tenemos también una afición especial por el culto a la muerte, así como un gusto por lo oscuro, lo macabro.

Está demostrado que en México tienen muy buena taquilla las películas de terror, pero cuando son internacionales. Por alguna razón no es un género que se produzca más a nivel nacional. ¡Quién sabe por qué! El cine mexicano se ha enfocado en dos extremos: comedias románticas y cine más personal, de crítica social. De allí en fuera, el resto de géneros están descuidados. Me refiero al terror, la fantasía, la ciencia ficción.

Qué bueno que haya comedias y comedias románticas, pero hay que diversificar el cine de todos los géneros. Me agrada ver que hay más intentos por hacerlo, sin embargo nos falta. Quizá tenga que ver con el hecho de que el público está acostumbrado al terror de Hollywood y no acepta otras opciones. En este sentido hay producciones mexicanas de terror que copian las historias o las fórmulas hollywoodenses y no tienen éxito.

Con Mal de ojo apostamos por una historia nacional, por un relato mexicano. Hay ejemplos de buenas películas de terror que nos han antecedido, por ejemplo Kilómetro 31, Somos lo que hay, Vuelven. Son títulos que cuentan historias de nuestra realidad nacional. El terror funciona para eso también, para contar la realidad de lo que nos pasa como sociedad. Es cuestión de que los productores se den cuenta de que el terror es más benévolo de que lo que creen.

¿A qué le temen los productores?

Como que hay miedo a temas como el gasto en maquillaje, los prostéticos, etcétera. Lo contrastante es que hay talento probado en México para esos rubros y otros más que son llamados para producciones extranjeras. Hace falta creer en ellos. Hemos visto casos de películas que muestran lo bien que se pueden hacer las cosas en ese aspecto: Belzebuth, Kilómetro 31, El habitante. Lo fundamental es que se confíe y se haga más cine apoyando al talento nacional.

Tan puede ser de buenos dividendos apostar por el cine de terror que Mal de ojo tuvo su propia experiencia en Six Flags.

Sí, ¡es algo increíble! Cuando eres chico y sueñas con hacer películas, imaginas que algún día existirá una casa de terror en un parque de diversiones con temática de tus historias. Me resulta formidable que Six Flags haya imitado la modalidad de Horror Nights que tiene Universal Studios con algunas películas.

Promocionar una película de esa manera habla de lo efectivo que puede ser el cine de terror como entretenimiento. Es una posibilidad más de hacer cine comercial bien hecho y que atraiga público a las salas. En este caso, la gente puede ir primero al cine y después a Six Flags, o al revés, y la sensación de horror ahí estará. Esa es la idea.

Cuando Cinépolis Distribución me comentó e invitó a ver cómo iba a ser la experiencia en Six Flags, me volvió loco ver el alcance que puede tener una película mexicana, específicamente de terror.