En 1980, Paul Schrader escribió la película Gigoló Americano que sirvió para popularizar a la figura de Richard Gere en un film que dirigió el propio Schrader y recaudó más de 50 millones de dólares a nivel mundial. La historia de este largometraje estaba centrada en Julian Kaye, un joven trabajador sexual que un día es acusado por el asesinato de una mujer justo en el momento en el que comienza a mantener una relación con la esposa de un importante político.

Más de cuatro décadas más tarde Showtime se encarga de producir esta remake a modo de serie que tendrá a Jon Bernthal como principal protagonista y que se podrá ver a través de la pantalla de Paramount+ desde este sábado. La primera entrega estará compuesta por un total de ocho capítulos, que a diferencia de lo que sucede con la mayoría de las series en la actualidad (particularmente en Netflix) se irán lanzando semana a semana.

En esta nueva producción, veremos a Julian Kaye (Bernthal) acusado por el homicidio de una mujer y condenado a 25 años de prisión de forma injusta. Después de 15 años, podrá salir en libertad e intentará recuperar la vida que dejó atrás, al tiempo que buscará la forma de hacerla encajar con esta nueva personalidad que tiene. En el medio, se topará con su ex amante, Michelle; su madre, que fue la que lo empujó al negocio; y varias de las personas que hicieron que terminara teniendo tantos problemas.

+Qué esperar de la serie de Paramount+

En el show podremos ver a un Jon Bernthal con su característica sobreactuación que, por ejemplo, se lo vio mostrar en la serie de HBO Max de este año, We own this city. El problema, en este caso, es la falta de sustento a su alrededor en una historia que avanza a paso lento y con la suficiente torpeza como para que no haya ningún tipo de misterio que logre mantenernos atrapados para querer seguir sabiendo qué pasará.

El primer episodio, dirigido por el creador de la serie David Hollander, se construirá a partir de distintas idas y vueltas en el tiempo que intentarán mostrarnos el origen de este trabajador sexual pero con un ritmo demasiado adormecido y casi que hasta repetitivo. Una carta de presentación demasiado floja para una show al que todavía le quedarán casi siete horas por delante, de una historia que es completamente previsible.