Si algo caracterizó a Black Mirror desde sus comienzos fue el nivel de detalles con el que se pensó el futuro y la forma en la que varios aspectos fueron anticipados con varios años de antelación. Aunque la aparición de Netflix como productora diluyó un poco la calidad de los capítulos vistos, siempre se mantuvo ese nivel de capacidad para absorber un contexto y lograr trasladarlo algunos años en el futuro sin que necesariamente se pierda el verosímil.

A la hora de pensar en la cantidad de cuestiones que se adelantaron a su época en las historias que Charlie Brooker contó en Black Mirror, se puede pensar en la idea de streamear actos terribles como en el episodio del chancho (el primero de toda la serie) o la capacidad de presenciar un show hecho con hologramas, como el capítulo en el que Miley Cyrus participa en la piel de Ashley O. Ahora, entre todos estos episodios hay uno que se destaca por la forma en la que predijo no solo la tecnología sino también la forma en la que nos vinculamos.

En octubre de 2016, Netflix estrenó el que muchos consideran como el mejor capítulo en toda la historia de Black Mirror: “Nosedive”. Fue el comienzo de la tercera temporada y nos mostró a Lacie (Bryce Dallas Howard) como una joven con claras aspiraciones a crecer en la vida, pero que lleva muy al extremo la forma en la que se vincula con cómo la ven los demás y termina pagando un precio muy elevado.

El episodio dirigido por Joe Wright logró anticipar la llegada de las aplicaciones que nos piden que califiquemos todo con estrellas. En este universo presentado, los ciudadanos se comportan de forma óptima (casi artificial) porque necesitan que los califiquen bien para ser bien vistos y tener acceso a mejores mundos. Además, “Nosedive” no solo supo anticipar la llegada de la calificación de todo nuestro entorno sino también la forma en la que se transforma nuestra conducta en pos de lograr un like.

+El secreto de Black Mirror para predecir el futuro

Uno de los responsables de diseñar y crear el mundo en el que se llevan a cabo todas las historias de Black Mirror fue Joel Collins, el diseñador de producción, quien basó gran parte del universo de la serie en sus gustos personales. En una entrevista con Mirá A Quién Encontré explicó cómo fue la receta para acertar algunas predicciones. “Cuando empecé era 2010 o 2011, el gran desafío que discutimos con Charlie Brooker era cómo iba a ser el futuro. El futuro no cambia tanto en 20 años. Internet se hizo más rápido, pero una silla es una silla y una mesa es una mesa”, señaló, para luego subrayar: “Si haces algo futurista, que se vea futurista, tienes la chance de perder al espectador”.