En Nadie Podrá Salvarte, Brynn es una creativa y talentosa joven que ha sido alejada de su comunidad. Solitaria pero siempre esperanzada, Brynn encuentra consuelo entre las paredes de la casa donde creció.

Hasta que una noche la despiertan ruidos extraños de intrusos sobrenaturales. Así, quien era una persona hogareña exiliada y llena de ansiedad, ahora debe luchar contra un extraterrestre que ha encontrado la manera de entrar en su casa.

¿Cómo es Nadie Podrá Salvarte?

Todo parece bien con una aparentemente simpática y solitaria coleccionista de casas en miniatura, cuya rutina no dista de la de cualquier otra persona, salvo por que nadie en su pueblo le dirige la palabra. No pasan ni 15 minutos de película cuando la acción no tarda en comenzar. La introducción de los “hombres grises” es completamente espeluznante y desesperante.

El espectador se queda con la víctima del acoso espacial, tan desorientado como ella misma. Lo que acecha no es humano, la energía sube y baja hasta que se pierde, el juego de burlar al invasor se da por todos los rincones de la casa. Mientras los planos se hacen cada vez más cerrados, conspirando para aumentar la claustrofóbica situación de estar a merced del alienígena, sin escapatoria. Esa sensación se extiende durante los 90 minutos de interminable persecución por los que se extiende el largometraje.

Uno de los aspectos más fascinantes de Nadie Podrá Salvarte es que no tiene absolutamente ningún diálogo. No son necesarios. De hecho, casi no tiene palabras, a excepción de las líricas de una canción y un par de expresiones de desaliento de la protagonista. La trama se cuenta mayormente a través de las reacciones de Brynn ante lo que está viviendo, los escapes de los alienígenas y los momentos en que evalúa sus posibilidades. Es una película pequeñita, pero con alta tensión.

Eso es solo consecuencia de la manifestación del potencial interpretativo de Kaitlyn Dever. Sin ella, la película se desinfla por completo. La actriz ha demostrado que tiene un talento innato para moverse entre personajes y en el género que sea. Ahora entró al terror y la ciencia ficción con esta entrega. Pero antes la vimos gigantesca en comedia con Booksmart (2019) y Rosaline (2022) y en drama en series como Unbelievable (2019) y Dopesick (2021).

El compromiso de Dever con la historia hace que esta sea una experiencia completamente visceral. La trama se sirve del miedo, el cansancio, la inquietud que provoca lo desconocido, el aislamiento de la protagonista y lo amenazante de los parajes rurales. A eso suma el desdén con que todos la tratan por una tragedia del pasado, que el espectador no puede dilucidar sino hasta que la película llega al punto más alto de la desesperación.

Tomando elementos de la filmografía de Spielberg y recursos del género sobre la incertidumbre de no estar solos en el universo, el director Brian Duffield pone en ejercicio lo mejor de su talento como guionista para entregar una aventura tan aterradora como divertida. Algo de The McPhersons Tape (1989) hay también por ahí. Y si bien, faltó pulir un poco más los efectos digitales de los aliens, la buena idea está y funciona.