Hablar de Rosa Gloria Chagoyán es hablar de una actriz que se atrevió a romper esquemas en el cine mexicano. Lo hizo en una de las décadas más convulsas para la cinematografía nacional, los ochenta. Hacerlo no fue fácil para ella porque puso en riesgo su carrera en el marco de un contexto histórico en el que las películas de acción eran paraprotagonistas varones y las sexy comedias dominaban la taquilla.
Convencida de que no quería personificar roles femeninos arraigados y explotados en la filmografía nacional (madre abnegada, madre soltera, hija controlada, ama de casa, esposa engañada, amante), Rosa Gloria Chagoyán confió en el personaje de una trailera que combatía a narcotraficantes. De esa manera quiso alejarse de los estereotipos definidos hasta ese entonces para las mujeres en la pantalla grande. Sin embargo, detrás de esa premisa del guión, la lectura que le interesó de su trailera estaba en el perfil de una mujer que podía desempeñar un oficio que se creía exclusivo del género masculino, además de ser independiente y con carácter para no dejarse de nadie.
Tuvo en su marido Rolando Fernández y al director Raúl Fernández a dos cómplices que confiaron en ella y en el proyecto para intentar darle un giro a lo establecido. Así, en 1983, estrenaron Lola la trailera contra todos los pronósticos. Conocidos y gente de la industria les dijeron que no iba a funcionar, que era un disparate. Hubo augurios de fracaso rotundo para todos los involucrados en la película. ¡Nadie imaginó el fenómeno que surgió luego de su lanzamiento!
Para sorpresa de propios y extraños, la película fue un trancazo taquillero. Se registraron llenos en salas de todo el país. Filas enormes se concentraron en las inmediaciones de cines alrededor de toda la república durante los primeros meses de estreno porque se agotaban las entradas. ¿Qué le fascinaba a los espectadores? ¿Qué veían en la pantalla para verla una y otra vez? El encanto hacia Lola la trailera derivó que su permanencia en cartelera rebasara las 100 semanas anunciándose en marquesinas.
Contrario a lo que ciertas voces vaticinaron, Rosa Gloria Chagoyán y la película trascendieron a grados insospechados. Ella se consolidó como heroína en el género de acción y su personaje se instaló como un agente de cambio entre la sociedad. La trailera que personificó fue recibida no como un personaje ficticio, sino como un ser perteneciente a una realidad posible para mujeres que deseaban ponerle fin al machismo y misoginia que sufrían en sus entornos.
Por si fuera poco, Lola la trailera y sus dos secuelas, así como los siguientes éxitos de Rosa Gloria Chagoyán con dos partes de La guerrera vengadora, hicieron posible que actores y actrices de la época de oro fueran sacados del olvido para tener trabajo nuevamente; Fanny Kaufman ‘Vitola’, Joaquín García ‘Borolas’, Roberto Cañedo, Luis Aguilar, Emilio ‘Indio’ Fernández, Miguel Manzano. De igual forma ocurrió con histriones veteranos que habían dejado de aparecer en pantallas, tal fue el caso de Alejandro Suárez, Susana Cabrera, Luis Manuel Pelayo o Enrique Cuenca ‘el Polivoz’.
Casi cuarenta años después de estrenarse, Lola la trailera sigue dando de qué hablar por su valor como efecto de transformación social. Hoy día cientos de mujeres se gradúan como operadoras de transporte de carga gracias a la dualidad Lolita/Rosa Gloria Chagoyán mediante su influencia y colaboración en emprendimientos. En Tijuana y Monterrey, por ejemplo, es común ver a las transportistas encargándose de rutas hacia Estados Unidos que presumen con orgullo ser traileras.
En Spoiler conversamos con Rosa Gloria Chagoyán, heroína del cine mexicano que continúa siendo motivación para el público femenino e idola de un sector masculino que es fan de sus películas.
Entrevista con Rosa Gloria Chagoyán
Lola la trailera fue un personaje que se volvió icónico e influyó para romper paradigmas fuera de la pantalla. ¿Qué significó para usted cambiar el pensamiento de espectadores y espectadoras?
Para los estrenos de la película hacíamos desfiles en diferentes ciudades y poblaciones. Cuando llegábamos a una ciudad, yo manejaba mi tráiler y veía a las señoras asomadas en balcones o azoteas gritándome “Lolita, nosotras las mujeres también podemos”,“que vean que sí podemos”. Recordemos que en ese entonces había muchos tabúes, muchas cosas no estaban permitidas a la mujer.
Gracias a Dios ahorita ya se está pudiendo que las mujeres avancemos en muchos espacios y eso nos pone felices. Pero hay situaciones que siguen preocupándonos demasiado. Estamos viendo una ola de agresiones en contra de la mujer que nos hace preguntarnos de dónde salen los agresores, por qué lo hacen, qué está pasando.
Rosa Gloria Chagoyán alcanzó un punto álgido de su carrera con personajes femeninos empoderados y como heroína en el cine de acción. De repente ya no la volvimos a ver en pantalla grande. ¿A qué se debió? ¿Qué pasó?
Fue cuando acabaron al cine nacional, en 1994. Nosotros todavía teníamos una lista de 10 películas para filmar, pero en ese periodo cerraron el cine nacional. Quitaron películas nacionales, operadoras de teatro, Estudios América, Estudios Churubusco. Lo hicieron como para que ya no hubiera cine mexicano. Quisieron darle entrada únicamente a películas internacionales.
En Estados Unidos había cines en los cuales nosotros estrenábamos nuestras películas. En Nueva York había 13 cines gigantescos en los que exhibían películas mexicanas. En Chicago, Los Ángeles, Carolina del Norte, Carolina del Sur, había cines que pasaban películas en español. Bueno, esos cines los quitaron al mismo tiempo que en México quitaron todo.
Para nosotros fue algo muy negativo porque ya no teníamos dónde exhibir nuestras películas. Sí las podíamos filmar, pero el problema es que no íbamos a tener dónde exhibirlas. Hicieron entonces lo que se llamaron Multicinemas, que eran salas en las que se presentaban películas mexicanas. La cuestión es que eran salas muy pequeñas a las que le cabían 200 personas, 100 personas, y las películas no iban a tener una recuperación económica tomando en cuenta lo que se gastaba para hacerlas.
Cines de antes como el que estaba donde ahora es el Teatro Metropolitan, el cine Tlatelolco, Mariscala, eran cines enormes. Les cabían miles de personas. En los fines de semana, desde las 10 de la mañana hasta la última función de la noche, se llenaban. Hubo registros de 20 mil personas diarias yendo al cine. Calcula eso por 30 cines que había en Ciudad de México más los que había en el país. Podíamos recuperar la inversión y seguir haciendo películas.
Pero en los cines pequeños no iba a haber recuperación. Por eso es que nosotros ya no pudimos seguir haciendo películas. No queríamos bajar la calidad de las grandes producciones que le dábamos a la gente.
A nivel personal, ¿qué significó Lola la trailera para usted en su momento? ¿Asustó el éxito inesperado que tuvo?
Me puse como parámetro Lola la trailera para saber si continuaba mi carrera en el cine o no, ya no quería hacer papeles de mujer sumisa. Nunca imaginé que mi trailera fuera a cambiarme la vida y se la cambiaría a muchas personas más, sobre todo a muchas mujeres.
Al principio tuve temor en el sentido de que no sabía cómo la iba a recibir el público porque no era común ver a una actriz protagonizando una película de acción, mucho menos desempeñando un oficio y haciendo cosas que se creían eran exclusivas de los hombres. Esa parte me causaba inquietud.
Pero estaba segura de que la quería hacer. Creíamos que ese era el momento de hacerla. Tenía confianza en el personaje, en la gente que iba a trabajar en la película y en que debía hacer algo distinto a lo que yo ya había hecho. Hubo personas que nos dijeron que estábamos locos, que era una locura hacer una película sobre una trailera que también combate al crimen. Nos decían que eso no iba a funcionar.
Asumimos el riesgo de hacerla pensando principalmente en el público, es decir, en ofrecerles algo nuevo. Nuestra sorpresa fue que a la gente le encantó la película. En verdad nunca me imaginé el éxito que tuvimos.
¿A usted ya no la buscaron para actuar en otras películas aunque no fueran de acción?
Sí, muchas veces me invitaron para aparecer en películas. A veces los temas no me convencían. Siento que después de haber hecho personajes tan icónicos, defendiendo a la mujer y darle a la mujer un valor tan especial, no podía ir a hacer un personaje cualquiera o un papel de narcotraficante. Preferí cuidar la personalidad de mis personajes.
Otro detalle interesante y relevante que tuvieron la trilogía de Lola la trailera y las dos entregas de La guerrera vengadora es que le dieron trabajo a actores de la vieja guardia, o veteranos. Muchos de ellos olvidados por el público.
Joaquín García ‘Borolas’, mi ‘Borolitas’, que era mi padrino en Lola la trailera. Tuve a Tun-Tun como mi cómplice en La guerrera vengadora. Con Tun-Tun tuve mucho cuidado con él en las escenas de acción arriba de la moto porque tenía mucho miedo de que se me fuera a caer, de que algo le pudiera pasar por mi culpa.
Tuvimos a actores y actrices muy valiosos de la historia del cine mexicano. Era gente con muchísimo talento que había vivido otra época y otras historias, pero aceptaron participar con gusto en mis películas. También fue entretenido para ellas y ellos.
Hablamos de gente como Emilio ‘Indio’ Fernández, Fanny Kaufman ‘Vitola’, Luis Aguilar, Miguel Manzano, David Reynoso, Guillermo Rivas ‘el Borras’, Susana Cabrera, Enrique Cuenca ‘el Polivoz’, Alejandro Suárez. Fuimos muy afortunados de contar con su participación.
El fenómeno de estas películas también llamaron la atención de escritores. Tal fue el caso de Carlos Monsiváis, quien aparece en La guerrera vengadora 2 como amigo del villano, Jorge Vargas. ¿Cómo llegó ahí?
Platicando en una reunión en la que él estaba presente, nosotros hablábamos de la película y nos dijo que le gustaban mucho los títulos que hacíamos porque marcaban un paradigma. Decidimos hacerle la invitación para que fuera a la filmación. La locación era en una hacienda preciosa de Tlaxcala.
Fue a la filmación y le preguntamos si quería aparecer en la película con una pequeña participación. Dijo que sí, que con mucho gusto y muchísimo cariño. Para nosotros fue un orgullo que quisiera salir. Era un tipazo, una gente de gran personalidad. Que alguien tan brillante e inteligente hubiera aceptado salir en una película de nosotros es algo que siempre le hemos agradecido.
Rosa Gloria Chagoyán también hizo La rielera y Juana la cubana. Son dos películas donde figura como líder de movimientos sociales.
¡Sí! En ambas interpreto a mujeres con espíritu revolucionario que quieren la libertad de su pueblo. Son mujeres que están en contra de las injusticias y del maltrato que reciben personas inocentes o indefensas. Mis personajes no son solamente testigos de las cosas malas que le hacen a la gente, sino que intervienen para que eso deje de suceder.
Con el caso específico de Lola la trailera, su personaje trascendió también en el tiempo. Estamos en 2022 y muchas mujeres siguen inspirándose en usted para ser operadoras de transporte de carga, transportistas, conducir tráilers. ¿Qué sensación tiene al saber el cambio que suscitó en mujeres de distintas décadas?
¡Es algo que me llena de emoción! En la época que estrenamos la película, no era común que las mujeres incursionaran en oficios y actividades que estaban dominadas por los hombres. Parecía que estaba prohibido para nosotras.
Al principio me sorprendía y fascinaba ver que las mujeres recibieron con agrado a mi trailera, mi personaje. Pero después fui enterándome que varias de ellas empezaron a hacer cosas para ser más independientes, más autónomas. Aprendieron a conducir, estudiaron mecánica, invirtieron en transporte de carga. Y lo mejor de todo es que se fueron ganando respeto. Afortunadamente también muchos hombres entendieron ese cambio, se dieron cuenta que no pasa nada si una mujer decide conducir un tráiler o quiere operar un camión de carga de una ciudad a otra.
Actualmente me llena de orgullo ver que cada vez hay más mujeres que llegan a la industria del transporte como operadoras, empresarias, comerciantes, asesoras, instructoras. Se capacitan, se especializan. No puedo dejar de mencionar que vivimos en un país de muchísimas mamás que no cuentan con el apoyo del padre de los hijos y tienen que hacer grandes esfuerzos. Por fortuna, varias de ellas han encontrado en el oficio de operadoras de carga un trabajo que les permite generar ingresos, además de dignificarlas. Porque eso es importante: que se sepan dignas.
Acabo de ser madrina de las nuevas graduadas como operadoras de carga de la Asociación de Mujeres Operadoras de Carga. Son mujeres que tienen todas las ganas del mundo por trabajar, superarse y crecer. He de decir que se paga bien cuando les tocan rutas de México a Estados Unidos, por ejemplo. Esa es otra cuestión fundamental, que cobren bien, o que les paguen lo justo.
Nunca imaginé lo que iba a generar la película. Pero insisto, mis respetos para esos hombres que con Lola la trailera comprendieron que las mujeres no somos como les hicieron creer que somos. Si quieren apoyarnos, bienvenidos sean.