Bárbara es una migrante latina en España. Se desempeña como trabajadora del hogar. En sus ratos libres juega futbol en un equipo conformado por otras mujeres migrantes. También disfruta de bailar bachata ocasionalmente. Sostiene una relación amorosa con Maribel, una española con quien ha sabido hacer buena mancuerna. A la distancia, Bárbara se mantiene en constante comunicación con su familia y destina casi toda la totalidad de su salario a la manutención de sus hijos, dos chicos de los que debió separarse para poder ofrecerles una vida digna. Todo cambia cuando su hijo mayor debe irse a vivir con ella por andar en malos pasos.

Este personaje femenino es interpretado por la actriz mexicana Anabel Castañón. Desde hace 14 años radica fuera de México y Santa Bárbara representa una forma de reencontrarse con el cine mexicano a través de esta coproducción dirigida por Anaïs Pareto Onghena. La realizadora confió en ella para protagonizar esta historia que aborda temáticas que hasta la fecha son controversiales porque hay sectores conservadores que se oponen a la evolución de las mismas, tal como el concepto de familia.

Durante el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) pudimos entrevistar a Anabel Castañón para saber un poco más sobre su personaje y su reencuentro con el cine mediante un título que formó parte de la Selección Oficial del FICM. 

Entrevista con Anabel Castañón, protagonista de la película Santa Bárbara

Anabel, tu personaje de Bárbara es complejo, entre otras cosas, porque carga encima roles o temas que ponen a prueba nuestros prejuicios y juicios: maternidad, migración, amor por alguien del mismo sexo. Es, además, una mujer que se contiene mucho ante situaciones que son para explotar. ¿Cómo confeccionaste a Bárbara?

La construcción del personaje se debió en gran medida a sus pensamientos, al mundo interno de Bárbara. Es una mujer tan llena de contradicciones que en eso me amparé para darle vida al universo complejo que enfrenta. En un principio, cuando me veía a cuadro, me shockeaba porque sentí que se me transformó la cara. Mi ceño hasta se notaba partido de la tensión que Bárbara acumulaba en su interior. Entonces comprendí que la cámara transmitía desde mi rostro, por lo que me enfoqué en continuar con la interiorización que demandaban las circunstancias y confrontaciones emocionales de Bárbara para que mi cara indicara su sentir. Era más la expresión facial que las acciones o los diálogos. 

Contrario a otras películas que sí lo hacen, Santa Bárbara se aleja del tono chantajista para abordar la migración. Por otra parte, los latinos hasta nos sentimos culpables al dejar la nación que nos vio nacer. ¿Cómo fue trabajar este tema para ti que, de alguna u otra manera, eres migrante?

Justo a partir de mi propia experiencia.Yo soy migrante. Llevo 14 años fuera de México. En mi caso no lo hice por razones económicas, sino sentimentales. Pero influyó más el hecho de que soy hija, hermana, tía, sobrina y prima de migrantes. A través de ellas es como he podido ver esas historias de migración que implican penurias. Sin embargo, también está el otro lado: el de pasarla bien.

Sobre la culpa, es verdad. Muchas veces nos sentimos culpables por disfrutar cosas de la vida lejos de nuestro país con otro tipo de personas. Si bien es cierto que existe y no se puede negar la cara dolorosa de la migración, está esa otra cara de bienestar que muchos migrantes hemos encontrado fuera de nuestro país. En lo personal, tal como le ocurre a Bárbara, algo que me pasó es que pude ser otra mujer, es decir, hacer aquellas actividades o tomar ciertas decisiones que en mi lugar de origen no podrían ser posibles. La película, el guion en sí, le permite esa identidad a Bárbara como una mujer libre y capaz de ir a bailar sin que nadie la juzgue, por ejemplo.

Podemos decir que Bárbara enfrenta dos maternidades con un mismo hijo. Primero cuando da a luz y lo tiene entre sus brazos, pero luego debe dejarlo para buscar el sustento en otro país y así mantenerlo. Después viene el reencuentro con ese hijo siendo un adolescente y es prácticamente un extraño porque han dejado de verse durante muchos años. ¿Cómo fue el choque materno para tu personaje?

Fue muy duro. Para ella la maternidad había consistido en proveer de todo lo material y lo necesario para sus hijos. Cabe resaltar que Bárbara es una mujer austera, no gasta dinero en su persona porque todo se lo envía a sus hijos. Cree que esa es la mejor manera de estar presente y de ser una madre a distancia. Sin embargo, no se dio la oportunidad de ejercer su maternidad físicamente presente.

Estoy convencida que de alguna manera ella ha sido Ulises. Lo digo porque posiblemente su madre, que quizá estuvo físicamente ahí, no ejerció como tal la maternidad. Lo planteo de esta forma porque vamos repitiendo patrones, ya sea por aceptación o por negación. Con un tono intuitivo visualicé que Bárbara no supo ser madre porque ella tampoco tuvo una figura materna presente en materia emocional y esas carencias las refleja en la relación con sus hijos. La huida de Bárbara de su país, motivada por circunstancias extremas económicas, también puede ser una fuga impulsada por el inconsciente debido a que no sabía cómo hacer las cosas, ni cómo ser madre. 

También es difícil ser mamá de un hijo del que conoces poco. Una cosa es lo que te digan o cuenten por teléfono de él, pero otro panorama muy distinto es cuando lo tienes frente a ti y no sabes quién es. Conectar con un hijo al que dejaste de ver por muchos años y puede reprochar la ausencia es complejo, doloroso para los dos. La maternidad duele, más aún cuando se toman decisiones fuertes pensando precisamente en el bienestar de los hijos.

En una actualidad que facilita la comunicación con videollamadas, audios por WhatsApp y mensajes rápidos vía celular, Bárbara opta por mantenerse cerca de los suyos con llamadas a larga distancia desde una cabina telefónica. ¿Es su instante de demostrar el amor materno?

El vínculo está ahí. Bárbara extraña a sus hijos, a su familia, y el único momento de intimidad que puede tener con ellos es en esa cabina. La voz es importante cuando se está fuera o lejos de casa, es la forma de mantenernos lo más unidos posibles. La voz te remite a un hogar, a un momento de unión. Llamar por teléfono es un acto íntimo de su toque amoroso. Sabe que no es la madre que quisiera o puede ser, pero es una madre que ama a sus hijos y por eso busca lo mejor para ellos. Claro, lo hace a su manera, con lo que tiene al alcance. Es una mujer que probablemente se siente mal en su interior, sin embargo encuentra una especie de sanación en esas llamadas. 

¿Qué significa para ti estar en un festival como el FICM reconectando con crítica, público y compañeros mexicanos?

¡Muchos nervios! Por supuesto que entra el miedito por cómo vayan a recibir la película y cómo valoren mi trabajo. También estoy feliz por volver a México con un proyecto como Santa Bárbara, que fue hecho con un espíritu de mostrar cómo las mujeres migrantes nos desenvolvemos fuera de nuestra nación. Esta ficción se acerca a la realidad de lo que sucede. Repito, no todo es tristeza ni sufrimiento.

De igual manera me intrigan las reacciones que genere respecto a temas que aborda, como la conformación de nuevas familias, o no tradicionales. El cine es una ventana para tocar estos asuntos que merecen ser dialogados. En ese sentido, el festival de Morelia es una extraordinaria vitrina para mostrar películas que tocan temáticas relevantes y trascendentales en la actualidad.