Fauna es otra película mexicana que llega a cines en este 2022. Se trata de una propuesta con narrativa poco convencional que aborda cómo impacta la narcocultura en la sociedad mexicana. Lo hace a través de una ficción en la cual sus personajes representan esas construcciones e idealizaciones que se hacen sobre el narcotráfico que muestran series como Narcos México, de Netflix.

De forma inteligente y original, el director Nicolás Pereda y su reparto construyen una historia en la cual llevan a cabo una representación de los efectos colaterales que tienen las figuras de narcotraficantes que se crean para contenidos audiovisuales, siendo el principal estrago el desarrollo de ficciones que en algún momento dado se asumen como realidades.

Pero, ¿cómo moldear o crear una película que se sale del margen narrativo tradicional para darle un giro a la temática de la violencia y la manera de trasladarse al cine? ¿Qué valor tiene la actuación como creación en una trama que transcurre en tiempo presente? Para tratar de dar con esas respuestas, platicamos en Spoiler con Nicolás Pereda y el actor Lázaro Gabino Rodríguez.

 

 

Entrevista con Nicolás Pereda y Lázaro Gabino Rodríguez

Nicolás, ¿qué tanto trabajo le dedicaste al proceso de escritura del guión y qué tanto valor le diste al montaje? 

La manera en que armo los guiones tiene que ver menos con las relaciones causales de las escenas en el sentido de que no escribo con la narrativa tradicional, es decir, la regla de principio, desarrollo y desenlace con causa y efecto. A mí lo que me interesa son los momentos del presente, lo que estás viendo en el momento y que las escenas de ese momento tengan fuerza. 

Después la conexión de esas escenas no responde a la lógica de “porque sucedió esto, ahora tiene que pasar esto otro”, sino que me gusta que tengan eco y surjan relaciones nuevas. Eso genera un tipo de película en la que un espectador no puede seguir un conflicto o una trama de principio a fin y sí una historia de relaciones distintas entre sus escenas. 

El cine tiene la particularidad de que los espectadores entran a la sala con mucha expectativa sobre cómo se hace el cine y qué es lo que van a recibir. Hay una sensación de que ya se sabe cómo se hace una película en el lenguaje tradicional y solamente se está esperando precisamente lo que se sabe, pero cuando un director como yo estructura una película de otra manera es evidente que se piense que faltan muchas cosas. Y sí, eso es evidente. Faltan la construcción de personajes, o la idea de una moraleja al final de la película. Pero son cosas que no me interesaban de inicio porque esa no es mi propuesta.

En el montaje lo que priorizo es encontrar los ecos que mencionaba. Tiro varios planos secuencias, así que no edito mucho dentro las escenas. Primero reviso todas las escenas que filmamos, después quito las que no me gustaron y cuando tengo todas las que me gustan voy buscando dónde ponerlas con relación a cosas intuitivas y aquellas que tienen ecos unas con otras. Por ejemplo, la escena de Francisco Barreiro en la que es humillado por el suegro pidiéndole que diga todo el texto de Narcos está pegada a la escena de Luisa Pardo y Teresa Sánchez ensayando. Son escenas que en el guión estaban mucho más divididas, pero en el proceso de montaje encontraron un eco que me hizo acercarlas.

Lázaro, en la película vemos personajes que no tienen pasado y no transitan hacia un futuro, sino que actúan en tiempo presente. ¿Qué tan fácil o difícil es para ti como creador trabajar con un director como Nicolás en el sentido de que su propuesta se sale de lo convencional?

Para mí, Francisco Barreiro, Luisa Pardo y Teresa Sánchez, no se trata del personaje de esta película. Lo pensamos como el personaje de todas las películas que hemos hecho con Nicolás. Es como si fuera el mismo personaje que de alguna manera se parece a quienes somos nosotros en la vida real y cómo ese personaje va desarrollándose en diferentes películas. 

Si bien estoy de acuerdo en que el personaje no tiene un pasado muy claro en esta película, para mí tiene un pasado con relación a las películas anteriores que hemos hecho. Es como si el pasado del personaje se construyera en otros libros. Por ejemplo, Sherlock Holmes. Si uno lee un libro de Sherlock Holmes solamente está leyendo un libro y se entera de unas cuantas cosas, como su relación con Watson. Pero si lees varios libros de la saga vas construyendo una idea más profunda del personaje y vas leyendo lo nuevo tomando en cuenta que ya se sabe qué le pasó antes.

Nosotros casi siempre mantenemos los vínculos. A veces Luisa Pardo es mi hermana, a veces es mi novia, Paco normalmente es mi amigo y suelo ser hijo de Teresa. Hay cierta continuidad en la manera que desarrollamos nuestros personajes en las películas de Nicolás.

Nicolás, las ficciones e historias que arroja Fauna están ligadas a una representación que das a la forma en que hemos absorbido el fenómeno de las series sobre narcos. ¿Por qué quisiste abordar este tema?

Cuando estaba escribiendo el guión me interesó mucho el imaginario que tenemos sobre cómo son los narcotraficantes y cómo ese imaginario se ha construido no solamente a partir de las series, sino también de las películas, obras de teatro y la música. Es toda una industria de la representación del narcotráfico que suele reducir la complejidad de su universo.

En esta película la idea no era decir qué sí es el narcotráfico, lo que significa algo muy complejo y no considero que esa sea la función del cine. El propósito era más bien reflexionar un poco en cuanto a esa representación que es muy limitada y un poco caricaturesca. Fauna no da una explicación muy concreta sobre la forma en que se aborda nuestra observación hacia ese fenómeno. La idea está en varias escenas y ojalá haya espectadores que lean esa intención aparte de tener mejor entendida la problemática. Mejor aún es si pueden leer más cosas que yo no detecto en la película. Hay suficiente ambigüedad para darle distintas lecturas a la representación de la narcocultura.

Lázaro, algo que ustedes como actores transmiten es libertad. Se siente esa libertad en el desarrollo de sus personajes. ¿Qué tanta oportunidad tuvieron como creadores para proponer y resolver en Fauna?

La parte que me pareció más fuerte de la película fue el rodaje. Si bien siempre hay un guión y siempre se transforma en montaje, el rodaje es la parte del proceso donde se define hacia dónde se va a ir porque en verdad hay mucha realidad de que las cosas se vayan por un camino que no está premeditado.

Normalmente en el cine, por obvias razones de presupuesto, es muy difícil salirse del plan. Siento que parte de lo que propone Nicolás es que de alguna forma nos perdamos en el camino para que nosotros como actores propongamos cosas y él nos vaya orientando sobre lo que funciona o no funciona. Siempre hay voluntad de proponer en caso de que se te ocurra algo.

Un problema para mí, en mi experiencia, ha sido que al decir una idea tengo miedo a que te digan que es muy mala, eso es algo muy duro. Es duro decir “hagamos esto” porque existe una especie de pudor y de miedo al fracaso. Entonces una vez que se establece este clima bajo el entendido de que vamos a soltar ideas y no pasa nada si algunas se rechazan, abre el terreno de libertad dentro del rodaje que como actor es inusual. 

Nicolás, la escena de la cantina en que le dicen a Paco “a ver, hazle” es extraordinaria, provoca risas en el espectador. Mucho tiene que ver la interpretación de Francisco Barreiro. ¿Cómo fue para ti la experiencia de dirigir esa escena en particular?

Quizá fue la escena con más tensión durante el rodaje. Además era la escena más larga de la película. Y he de decir que era muchísimo más extensa de lo que se ve.  Al final fue un trabajo que para mí significó la experiencia de ver una obra en sí misma.

En la escena había una relación especial con la biografía del actor, de Paco, porque él efectivamente actúa en la serie de Narcos y no tuvo ningún diálogo en la primera temporada. Aquí su vida va más allá de la película. Para todos quienes presenciamos la escena hubo tensión porque nunca habíamos visto a Paco hacerla, es decir, no la habíamos ensayado. Ni siquiera me la mostró fuera de cámara. La hicimos una sola vez y quedó. Suelo repetir mucho las escenas, pero aquí no hubo necesidad de hacerlo. Salió a la primera.