Su nombre y máscara hicieron clic de inmediato con la afición en 1983, año de su debut profesional. Posteriormente, de forma meteórica, su estilo lo encumbró al estrellato. El sello distintivo de su personalidad luchística es ‘La Atlántida’, una llave en lo alto que lastima la columna de los rivales y obliga a una rápida rendición. Aplicándola ganó máscaras legendarias como las de Kung Fu, Mano Negra y Villano III.

Una década después de haber debutado, Atlantis se convirtió en imán de taquilla para las arenas México y Coliseo. El público infantil fue su principal afición. También impactó en hogares que comenzaron a seguir la lucha libre por televisión a principios de los noventa, hecho que derivó en un incremento de rating para Televisa, empresa encargada de transmitir las funciones.

La popularidad de Atlantis llegó al cine con Octagón y Atlantis: La revancha en 1993. Televicine, apéndice cinematográfico de Televisa, quiso aprovechar el éxito de ambos gladiadores llevándolos a la pantalla grande con una película cuya historia los ponía como justicieros para desmantelar a una banda de traficantes de armas. ¡Fue un trancazo! Permaneció cuatro meses en cartelera registrando salas llenas. 

A 30 años de su estreno platicamos con Atlantis, luchador en activo que comenta a Spoiler lo que significó ese filme y cuáles fueron las experiencias vividas al hacerla.

Entrevista con Atlantis

Se cumplen 30 años de haberse estrenado Octagón y Atlantis: La revancha. ¿Cómo llega a usted la invitación para hacer esta película y por qué decidió hacerla?

Mi imagen tenía mucho reconocimiento en ese momento. Televicine, a través del director Fernando Pérez Gavilán, se acercó al Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) y habló con el presidente de aquel entonces, el señor Paco Alonso. Como había mucho furor con la lucha libre porque se televisaba, firmaron un convenio por cinco películas.

Cuando me comentan que voy a aparecer en una de ellas, lo primero que les dije es que yo no soy actor, que me daba mucho miedo eso de actuar. El señor Paco Alonso me reunió con los productores y me dijeron que no pasaba nada, que lo que les interesaba era mi personaje. Recuerdo las siguientes palabras: “Mira Atlantis, el mejor actor es el que llena los cines. Tú no te preocupes, te vamos a cobijar con buenos actores”. 

Agradezco mucho el apoyo de Manuel Ojeda, un actorazo, y de Salvador Sánchez, otro actorazo. El director Fernando Pérez Gavilán y Alberto Pedret también me echaron la mano. Para mí era una bronca aprenderme los diálogos, pero todos me ayudaron para hacerlo bien. Me enamoré del cine. Todos me trataron de maravilla. 

Fue todo un suceso, un trancazo de taquilla. Había filas enormes en las calles.

Recordemos que en ese entonces habían salido dos películas de luchadores antes: la del Vampiro Canadiense (Vampiro: Guerrero de la noche) y otra con Volador y Misterioso (Luchadores de las estrellas). Duraron apenas dos semanas en cartelera. Tres meses después estrenaron nuestra película y yo tenía temor, pensé que íbamos a fracasar. ¡Y no! Duramos 14 semanas en cartelera.

Hubo domingos en que se exhibía la película en seis funciones corridas, desde las 10 de la mañana hasta las ocho de la noche. Fue un éxito a nivel nacional. Fui a verme al cine y me gustó lo que vi. Íbamos Octagón y yo a los cines para firmar autógrafos. Te hablo de que había cines donde se reunían de dos mil a tres mil personas en la calle para esperarnos.

Desafortunadamente no se pudieron llevar a cabo las cinco películas acordadas porque se dividieron las empresas de lucha libre. Luego hice dos videohomes: Atlantis al rescate y Una aventura mágica con Atlantis. Ya no hubo más proyectos para cine porque no me llegaron al precio, querían pagarme muy poco. También me han llamado para participar en series a cambio de darme publicidad, pero yo no necesito eso, tengo una imagen reconocida desde hace muchos años. 

Usted ha comentado que cuando debutó como luchador le tenía mucho miedo al público. ¿Estar frente a una cámara causa temor?

Le tengo más miedo a las cámaras y al público que a otra cosa. Cuando escuchaba “cámara, acción” era algo muy… No era mi mundo, pues. Le tengo mucho respeto a los actores por hacer lo que hacen. Sí le tuve miedo a las cámaras. En ese tiempo todavía era joven y me intimidaban bastante, eran unos monstruos. Te impone estar frente a un aparato de esos.

¿Cómo fue la experiencia de ir al cine siendo una persona común y corriente para verse en pantalla grande?

No fui nomás una vez, ¡fui 10 veces! Era una cosa impresionante. De niño iba con mi papá a ver las películas de El Santo y fue algo muy distinto ir al cine para ver a Atlantis, o sea, ¡a mí! 

La primera vez que vi la película sentí vergüenza, no me quería ver. Pero le agarré el gusto, me enamoré de lo que veía en la pantalla. Fui a diferentes cines del país. En el estado donde me tocaba luchar, iba a ver la película. En provincia me tocó ver cines llenos. Como me interesaba saber cómo estaba el mercado y cuál era la reacción de la gente, entré a cines en Quintana Roo, Tijuana, Ciudad Juárez, Guadalajara, Monterrey. En todos esos lugares pude presenciar salas llenas. Fue algo maravilloso para mí. No lo podía creer.

¿Cómo fue el trabajo de filmación? Usted luchaba en varias arenas, ¿a qué hora acudía a los sets?

No dormía. Trabajaba todos los días, no dormía. Si luchaba en Veracruz, por ejemplo, la producción me mandaba carro y chofer para viajar de inmediato terminando la función nocturna. Tenía que estar a las seis de la mañana en punto en el set. A esa hora era mi llamado y debíamos sacarle provecho al día porque a las dos de la tarde volaba a Monterrey para presentarme a luchar allá. 

Prácticamente no dormí. Llegué a dormirme un ratito en coches, camiones, aviones y camerinos. En los hoteles donde me hospedé, no tenía tiempo para dormir porque debía bañarme para ir de un lugar a otro. Fue mucha carga de trabajo. 

A diferencia de las películas de El Santo que usted fue a ver con su papá, Atlantis no se enfrentó a momias y marcianos, sino al crimen organizado.

Así es. Me tocó hacer cine de luchadores con otro tipo de temas, distintos a los que vimos de niños. Ya era otra época, las historias eran diferentes. Me quedé con ganas de hacer más películas de este tipo, lamentablemente no se pudo.