¿Qué edad tenías cuando viste por primera vez una película de terror dirigida por Carlos Enrique Taboada? ¿Recuerdas cuál fue? Pudo ser Hasta el viento tiene miedo, El libro de piedra, Más negro que la noche o Veneno para las hadas. Cualquiera de estos cuatro títulos era funcional para sumergirse en el estilo que el cineasta mexicano imprimió en sus filmes de horror.

Después de ver alguna de ellas, nada fue igual. En primer lugar porque permitió el descubrimiento de historias sencillas que no requerían de sangre, efectos especiales y monstruos clásicos para causar miedo. En segundo, porque se metieron en la psique del público con personajes perturbadores cuyo rasgo para aterrorizar a la gente era aparecer ante cámara en el momento álgido de la sugestión provocada por la dirección de Taboada (Hugo, la tía Susana, Andrea).

La sencillez de sus relatos, que se asemejan a las leyendas urbanas con que hemos crecido los mexicanos, permitió al guionista y director crear atmósferas para jugar con la mente del espectador. Con recursos como el sonido, la iluminación y los diálogos, Taboada construyó cuatro películas que incluso traumaron a cientos de cinéfilos.

Muchos niños (ahora adultos) crecieron con temor de que un pequeño con corte de príncipe valiente y bata blanca se apareciera en el bosque. Otros tantos le temieron a las construcciones antiguas por el pánico de encontrar a una chica ahorcada o a una anciana macabra en su interior. También hubo quienes engendraron cautela al hablar de brujería con niñas presentes en la conversación.

Opiniones coinciden en que les cambió la vida alguna de las legendarias cuatro películas de terror que tiene Carlos Enrique Taboada en su filmografía. Bueno, por lo menos para apreciar al cine mexicano desde otra óptica. Más allá, adeptos a estos títulos de culto en la cinematografía nacional refieren que les enseñó una manera distinta de abordar el horror, por lo que se asustaban más con tramas “psicológicas” que con explícitas, como el gore.

Personas que las vieron en funciones nocturnas por televisión abierta, no durmieron con tranquilidad luego de verlas. Desde sus camas volteaban hacia las ventanas de la recámara con angustia de escuchar al viento gritando “Claudiaaaaa”, o bien con la incomodidad de levantarse al baño y toparse a un gato negro en el trayecto.

“Hugo me daba muchísimo miedo”, suele expresar alguien que hasta la fecha siente la piel chinita en cuanto vuelve a observar al infante capaz de generar infartos en El libro de piedra. ¿Acaso no te paralizó el final de ese filme? Mirar una estatua en la calle, por ejemplo, no volvió a ser lo mismo.

Si tu vida cambió con Taboada, dale gracias, porque hoy día difícilmente un contenido en pantalla te roba el aliento.

 

*En este mes patrio puedes asustarte con Hasta el viento tiene miedo en la plataforma de Tubi.