En los días posteriores al sismo del 19 de septiembre de 2017, los noticieros centraron su atención en inmuebles y viviendas que debían ser demolidos por los daños sufridos. Frente a ese panorama, miles de personas que agradecían al cielo por haber conservado intacto su hogar comenzaron a cuestionarse desde la empatía qué iba a suceder con aquella gente que se quedó sin un techo para dormir.

Hacia una reflexión similar nos conduce Cuatro minutos, un cortometraje de Hugo Lara que nos transporta precisamente a esas semanas consecuentes del terremoto que obligaron a la reinvención de familias enteras. En este caso, el director se centra en una mujer (interpretada por Mabel Cadena) que tiene cuatro minutos para rescatar objetos del espacio que fue su casa porque está a punto de demolerse.

Pero esos objetos son mucho más que eso. Cobran un valor importante a partir del momento en que el espectador asimila la posibilidad de padecer una realidad latente: todo puede cambiar en un segundo. En México, los movimientos telúricos nos han enseñado a la mala que un instante altera por completo la vida y obliga a la reconstrucción que no tiene cabida para el pasado. Lo único que queda después del derrumbe es continuar, aunque duela levantarse. 

¿Y cómo se despide a aquello que significó tanto pero ahora se ha perdido entre los escombros? Tal cuestionamiento surge como inquietud al ver que el personaje de Mabel Cadena cala en los huesos, hace inevitable la oportunidad de ponerse en sus zapatos, mayor aún cuando la terrible sensación de un próximo temblor se quedó impregnada en nuestra piel luego de aquella tarde del 19 de septiembre de 2017.

Con este trabajo de Hugo Lara, destacándose la actuación de Mabel, es difícil escapar de las emociones orientadas a pensar en el otro y en el qué haríamos en su lugar, principalmente porque tenemos fresca la comprensión de reinventarnos en varios sentidos debido a lo enfrentado en pandemia.