Desde el furor de La Casa de Papel, España se convirtió en un gran proveedor de series para Netflix al punto de que, hoy en día, existe una sección atribuida solamente al contenido español y, en ese mismo lugar, es donde los usuarios se encuentran con Velvet. La ficción, que sigue la vida de Ana Ribera y Alberto Márquez, quienes encuentran el amor a pesar de pertenecer a dos mundos distintos, es una de las historias más llamativas llegadas desde Europa.

Paula Echevarría y Miguel Ángel Silvestre en sus papeles. Foto: (Antena 3)

De cuatro temporadas, Velvet está ambientada en la España de 1958 donde la Gran Vía madrileña tiene, entre sus calles, a las imponentes Galerías Velvet. Pero, allí, además de encontrar los trajes más sofisticados, elegantes y caros del momento, también hay una historia detrás donde todos los trabajadores de la empresa son una gran familia que incluye al dueño del imperio, Alberto Márquez (Miguel Ángel Silvestre).

Su historia de amor fue la que encantó a todos. Foto: (Antena 3)

No obstante, en esta serie, también prima el amor, especialmente el que se da entre Alberto yAna Ribera (Paula Echevarría), quien se crío junto a él en las galerías. Aun así, a pesar de la trama global de Velvet y, mismo, de cada personaje, hay una parte en la historia que falló por completo y es que los guionistas lograron pasar de puntillas cualquier rasgo característico de la historia de España como, por ejemplo, el franquismo.

La dictadura de Francisco Franco, que duró desde le fin de la guerra civil en 1939 hasta su muerte y sucesión en 1975 fue una de las más violentas y agresivas que marcaron un antes y un después en la historia de España. Y, por eso, sorprendió que en Velvet no haya ni rasgo de este momento del país, pero que aun así se remarque el deseo de derribar barreras entre clases sociales al mismo tiempo que priorizar la moda antes que el derecho al voto.

Sin embargo, cabe destacar que, a pesar de la tira se tomó licencias con la época, la misma trama se lo permite. Es que, sin dudas, Velvet tiene un enfoque romántico y familiar que dista mucho de lo que Franco impuso en aquella época.