Llegó Dopesick a Star+: “Mucha gente fue disuadida de participar”

Creada por Hulu, Dopesick es una miniserie de 8 episodios centrada en uno de los problemas de salud más importantes en la historia de los Estados Unidos desde la década del 80: la crisis de los opioides que desde hoy puedes ver en Star+. En aquel entonces, la familia Sackler, dueña de una de las empresas farmacéuticas más importantes del mundo, creó la oxicodona, una droga para tratar dolores que se decía que no generaba adicción. A la luz están los resultados de esta gran mentira: cerca de 400 mil personas perdieron la vida por sobredosis vinculadas a esta medicina.

El encargado de protagonizar la serie es Michael Keaton, quien se pone en la piel de Samuel Finnix, un médico que no existió pero que se formó como la amalgama de varios que sí fueron reales. A él se le presenta Bill (Will Poulter), un visitador médico que llega con la última novedad en medicina, capaz de terminar con los dolores más agudos de sus pacientes. Samuel trabaja en un pueblo minero en donde los malestares físicos son moneda corriente.

Desde ese punto partirá la serie de Star+ creada por Danny Strong a través del libro de Beth Macy en el libro Dopesick: Dealers, Doctors and the Drug Company that Addicted America (Abstinencia: dealers, doctores y la empresa farmacéutica que generó adicción en Estados Unidos). Rosario Dawson se pondrá en la agente de la DEA que quiere terminar con esta red de medicamentos, Peter Sarsgaard y John Hoogenakker serán los encargados de las investigaciones, y Michael Stuhlbarg será Richard Sackler.

Uno de los responsables de trabajar en Dopesick fue el director de fotografía Checco Varese. De origen peruano, tiene experiencia en ficciones como Them, It y El Aura. En una entrevista con Spoiler conversó sobre cómo fue realizar este proyecto al que le dedicó los siete días de la semana por casi un año. “Fue fantástico para mí en términos emocionales y profesionales. En términos de cantidad de sueño me sigo recuperando tres meses después”, señaló entre risas.

¿Qué fue lo que te llamó a ser parte de Dopesick?

Uno trata de hacer los proyectos que le resuenan más. En mi carrera trate de hacer proyectos que me hagan sentir orgulloso emocionalmente y profesionalmente, pero también socialmente. Que sea algo que influencie para bien. En el caso de Dopesick me invitó el escritor Danny Strong, fue el showrunner, escribió toda la serie y dirigió los últimos dos capítulos. Me junté con Barry Levinson, que hizo los dos primeros, estábamos muy cercanos en la visión y 20 minutos después de la llamada me dijeron si quería hacer todos los episodios.

¿Qué influencias podrías señalar en el trabajo de la serie?

En este caso era muy evidente para mí que había un hilo conductor al interior del cine que era The Deer Hunter, para todos los exteriores, los mineros y la gente de menores recursos que fueron los mayormente afectados. Había otro hilo conductor que era The Informant, la película sobre el tabaco que fotografió Dante Spinotti. Y un hilo conductor más que es un poco los clásicos de los 70: Todos los hombres del presidente, Los 3 días del cóndor. Al citar esas películas a Barry le entusiasmó mucho la idea.

El universo de Dopesick se divide en tres círculos concéntricos. El primero es el de las víctimas. En este caso era un doctor y toda la familia de mineros, el entorno. Eso era como The Deer Hunter. Ese pueblo muy bonito, muy digno, a la vez muy pobre, rodeado de montañas bonitas, con un cielo opresor por los humos de la mina o de la industria. El otro círculo concéntrico es el que yo llamé “los servidores públicos”: abogados, fiscales, la muchacha de la DEA tan brillantemente personificada por Rosario Dawson, los burócratas del FDA. Son los que van en contra o a favor de las farmacéuticas. Era un círculo más estoico, de oficinas. Ahí me apoyé mucho en The Informant que tiene este mundo del burócrata, con luces muy fuertes a través de las ventanas, estilizando un poco el concepto de oficina porque llegas prendes una luz y hay doscientos focos encima de tu cabeza, pero manteniendo el realismo, porque no queríamos sacarte de esta realidad concreta que estaba sucediendo y sigue sucediendo desafortunadamente en Estados Unidos. El tercer círculo es el de las farmacéuticas, de la familia Sackler. Es una de las familias más ricas del mundo y lo seguirá siendo a pesar de los juicios. El de los Sackler es el círculo del oro, de los colores cálidos, de las pinturas exóticas, de los museos. A ese se le aplicó un look más bien… No es Eyes wide shut, porque además citar esa película trae connotaciones diferentes, pero es un poco ese universo de los súper ricos

¿Cuánto se apoyaron en investigaciones para realizar esta miniserie?

Estaba todo sustentado por un bufete de abogados y de investigadores. Cualquier cosa que se dijera tenía que sustentarse por hechos reales No fui parte de esa investigación pero así como en Raiders of the lost ark hay una bodega llena de cajas de investigación, yo estoy seguro de que Danny Strong tiene una bodega llena de cajas de investigación. Sé además que mucha gente fue, si no amenazada, por lo menos disuadida de participar. No de la película pero sí del proceso de investigación. Sé que la gente que lo investigó tuvo, no amenazas por teléfono sino más bien abogados diciendo: “Asegúrense de hacer las cosas… Van a estar bajo un microscopio todo el tiempo”.

¿De qué forma trataron las secuencias en las que los personajes están drogados?

Siempre está la tentación de sacar de foco y hacerlo en blanco y negro, ¿no? Hubo una tentación de hacer eso, hicimos unas pruebas, lo hablamos con Danny y con Barry. Sí hay una sensación de una cámara un poco más libre, más borracha o drogada. Pero nos resistimos a la tentación. Creo que uno de los problemas es que uno hace un romance de eso y lo hace atractivo. Como cineasta uno tiene una responsabilidad muy grande de representar la realidad y no hacerlo atractivo. Si filmas Transformers sí, pero si filmas una película antibélica no puedes hacer la violencia en cámara lenta y sexy con una puesta de sol atrás, porque eso es una apología de la violencia. Hubo un esfuerzo muy consciente no de hacer un documental, pero sí de documentar una obra literaria o cinematográfica lo más realmente posible.

Es una miniserie con muchos saltos temporales. ¿Cómo trabajaste la fotografía en ese aspecto?

Las 8 horas suceden a lo largo de 15 años. Hubo una decisión de dos o tres cosas, si tienen celulares o no, si los automóviles son nuevos o viejos, lo que fuera. Hay una decisión consciente de si es verano o es invierno y del paso del tiempo. Ahí también hubo una necesidad y una decisión estética: yo me opongo radicalmente a los flashbacks con un look diferente. Porque primero, esta era una serie que corría riesgos de que editorialmente se hicieran cambios: “Esta escena está buenísima, no entra en este episodio, vamos a ponerla en este”. Cosa que no sucedió, porque los guiones eran muy sólidos. El riesgo es que terminas filmando una cosa que se supone que iba a estar seguida de esta y el arco de luz iba a funcionar de esta manera y se ve horroroso. Evidentemente, todas las escenas tienen un arco dramático, y yo siempre trato de repetir el arco de la escena o de contrarrestarlo para enfatizar o lo que fuera.

¿Cómo fue trabajar con Michael Keaton como actor y como productor?

Los títulos de productores se dan como los boletos de lotería. No sentí que él tuviera un input más allá como actor excepcional. Supongo que tuvo una conversación con Danny que decía: “Prefiero que el doctor haga esto en vez de esto”, que es lo que haría cualquier actor. Te repito, los títulos de productor se reparten con singular alegría. Tengo la sensación de que ese es el caso, no lo sé. No presencié una participación más allá de los años de experiencia y el talento indiscutible que tiene.

Es un actor talentosísimo. Hay actores que tienen una vena de bondad que sale y hay actores que tienen una vena de locura. No digo que en su vida personal, porque era amabilísimo y simpatiquísimo. Pero cuando se convierte en el doctor que ya no es tan doctor de pueblo simpático, es fantástico. Sale de adentro. No le sale con esfuerzo, le sale naturalmente. Creo que es un arco y una transformación bellísima.

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