Actualmente estamos viviendo en medio de la era de los servicios de streaming, donde contamos con múltiples títulos de cine y televisión para nuestro entretenimiento, desde la comodidad de nuestros hogares. Una reciente encuesta de Spoiler reveló que el público prefiere ver series cortas en lugar de las que tienen muchas temporadas. ¿Hay una razón en particular?

Un síntome de nuestro presente parece ser el de ver todo lo que podamos en el menor tiempo posible, sea por cuestiones de tiempo o por la necesidad diaria de ingresar a las redes sociales y enterarnos de algún detalle que nos arruine la tarde. Entonces, no parece importar dormir menos horas o esperar hasta un horario determinado para el estreno de algún contenido y verlo "antes que nadie".

Esto se conoce como Binge-watching, un término acuñado en Estados Unidos por Netflix para hacer referencia a las maratones de series de manera excesiva o compulsiva. Si bien esto llama la atención desde los años 90 con las ventas de temporadas en formato DVD, para la segunda década del siglo XXI explotó con la aparición de las plataformas y, prácticamente todos, hemos caído en esa trampa.

Series como Grey's Anatomy o La Ley y el Orden son casos excepcionales y que en los estándares de la actualidad tendrían menos posibilidades de sobrevivir tanto tiempo, más allá de su calidad, ya que el espectador busca iniciar y finalizar en el tiempo que tengan disponible. Del lado de las películas sucede algo similar, donde el atractivo pasa más por su duración y no tanto por quién actúa o quién la dirige.

Se trata de un momento en la historia en el que los espectadores buscan pasar su tiempo de una manera determinada y las grandes compañías lo saben. Es por esta razón que plataformas como Netflix, que conocen bien a sus suscriptores, tienden a recortar los episodios de las series, algo que se puede notar con La Casa de Papel, que en España  mediante Cadena 3 cada capítulo tenía más de una hora de duración y en el streaming pasó a tener 40 minutos o menos.