Divida en 12 capítulos breves, con el marco de un prólogo y un epílogo para redondear la película, esta historia escrita por Joachim Trier y Eskil Vogt nos muestra en Julie (Renate Reinsve) a “la peor persona del mundo”, una chica que atraviesa un proceso de búsqueda por saber qué quiere y de encontrarse a sí misma, pero sin traicionar su naturaleza para hacerle frente a lo que dictan la familia y la sociedad en la injerencia que quieren tener dentro de su vida.

Julie estudia una cosa para después darse cuenta que en realidad prefiere ejercer otra profesión. Suele iniciar proyectos que deja inconclusos porque siempre hay algo que se atraviesa en su indeterminación. Se atreve a querer y a amar, sin embargo, no como quisieran los demás; cede pero defiende su derecho a elegir y renunciar, lo que molesta a los otros porque no se deja someter. 

 

Joachim Trier, quien también es el director, en conjunto con una envolvente actuación de Renate Reinsve, nos avienta el sarcasmo del título poniéndonos en perspectiva de los prejuicios, estigmas y críticas de la cultura machista global que existen hacia mujeres como Julie. Es un trancazo para sentarnos a observar y reconocer actitudes que hemos tenido o solemos emplear para catalogar a mujeres que como ella no encajan con las normas sociales impuestas. “No sabes lo que quieres”, “estás loca”, “yo a tu edad ya tenía familia”, “no te preocupes, yo te voy a decir lo que te pasa, me necesitas”, son frases recurrentes de nuestros entornos que funcionan para ejemplificar ese acto de identificación.

Es más contundente cuando Julie sale en defensa de su libertad sentimental. Nadie mejor que ella tiene noción de lo que siente, de lo que experimenta a nivel emocional en esta travesía deambulatoria por definirse. Una de sus parejas no lo ve así, por lo que quiere imponer sus deseos paternales e intenta aprovecharse de la aparente vulnerabilidad de ella para chantajearla en ese sentido. Entonces se asoma la fuerza de Julie, quien podrá estar confundida pero no es tonta y decide dejarlo.

“Tenemos que verbalizar lo que sentimos”, le dice ella concediéndole la oportunidad de rectificar el mansplaining que está practicando para mantenerla a su lado,  no obstante, él insiste en hacerlo advirtiéndole en tono victimizante que “te arrepentirás por haberme dejado”. Acto seguido viene un truco de Trier para confrontar los juicios del espectador: Julie termina esa relación, se va y puede parecer “la peor persona del mundo” más adelante cuando se informa al público un dato relevante sobre la condición física de él.

Desde la primera toma, que es un encuadre a la figura de Julie vestida de negro, se nos avisa que ese color será decisivo en las conclusiones de experiencias y aprendizajes que ella topa en su camino para hallarse. Con plena noción de lo que significa ese color en el plano emocional, y tomando en cuenta que también aparece al final, “la peor persona del mundo” nos da un pinchazo para comprender algo tan valioso como que solamente ella sabe qué es lo que siente y no tenemos motivo alguno para molestarla.