El cine surcoreano no deja de sorprender con el atrevimiento y la manufactura de sus películas. Sus cineastas, guionistas y fotógrafos son grandes contadores de historias en la cinematografía mundial actual. Entre las tramas que han sabido explorar y exprimir con gratos resultados están aquellas enfocadas al suspenso. Drown, de Lim Sang-Su no es la excepción.
Un aspecto llamativo es que se trata del debut de Sang-Su. En su ópera prima nos presenta a Do-Woo, un hombre que despacha el motel que le heredaron sus padres al mismo tiempo que cuida de su madre, una adulta mayor con demencia. Este sujeto, prácticamente sin vida, también se encarga de darle mantenimiento y limpieza al lugar. Su oprimido universo lo mantiene como consumidor de tranquilizantes para dormir.
Dicha premisa nos avisa que un tipo bajo esas circunstancias habrá de tocar la puerta de la locura tarde o temprano. Pero, ¿cómo? Ahí viene lo interesante con Drawn. Nos enteramos que el motel es del gusto de suicidas y la madre de Do-Woo desaparece tras un ataque de ira. A partir de ese momento se nos sumerge en un thriller de ritmo lento en aras de dar con el paradero de la señora.
Instalados en ese misterio, aparecen otros personajes que alteran todavía más el repentino y abrupto cambio de vida en Do-Woo dándole un giro al género para guiarnos hacia el delirio a través del terror. En este tránsito, un acierto de Sang-Su radica en conceder al espectador la posibilidad de sacar sus propias conclusiones ante dudas obligadas por la intriga. ¿Do-Woo habrá matado a su madre y no tiene noción de ello debido a las sustancias que consume? ¿Todo lo habrá imaginado como consecuencia del aburrimiento de su cotidianidad? ¿Sus huéspedes quisieron desquiciarlo? ¿Acaso hay fantasmas en el motel?
Durante el trayecto del thriller al terror se desatan episodios violentos que conducirán hacia la sangre. Aquí es cuando luce la cámara de Yun Geol con movimientos para causar esa sensación de que todo está de cabeza para Do-Woo y con aproximación a los personajes para resaltar detalles de miedo, agresividad y confusión.
Detrás de este entramado, Sang-Su lanza un mensaje de reflexión con relación a las personas que por discapacidad o enfermedad requieren cuidados extremos, demandantes. Por un lado, posicionarse en el calzado de quien cuida. Por el otro, calzarse en los zapatos de quien necesita atención. Esa compleja disyuntiva puede elevar la tensión del espectador que se identifique con uno de esos extremos.