En Five Nights at Freddy’s (FNAF), Un problemático guardia de seguridad empieza a trabajar en la pizzería Freddy Fazbear’s. Mientras pasa su primera noche en el trabajo, se da cuenta de que el turno de noche no será tan fácil de sobrellevar. Esto porque se encontrará con aterradoras mascotas animatrónicas que están dispuestas a destruir todo lo que pase por delante de ellos.
La película de la directora Emma Tammi está absoluta y cómodamente diseñada para los fans. Tiene una tonelada de guiños junto a miles de easter eggs repartidos a través del metraje. Con ello mantendrá a los seguidores del videojuego escarbando inconscientemente en sus recuerdos para dar con cada uno de los reflejos que vean en pantalla. La idea de conquistar con esta producción a una audiencia inherentemente cautiva está absolutamente cubierta sin lugar a dudas. Ahí una fortaleza.
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El diseño de producción es atractivo incluso para quien no está familiarizado con el fenómeno popular que inspira la película. Los siniestros personajes fueron pulidos con exactitud en su perfil estético. Cada uno de los animatrónicos son por sí solos intimidantes. Puede que no sean creaciones originales para la producción, pero respetan profundamente la obra que la inspira y lo mejor es que se sienten reales. Se ven bien, se sienten amenazantes. Lo que se logra principalmente por darle prioridad a los efectos prácticos por sobre las CGI. Méritos sin dudas de Jim Henson’s Creature Shop. FNAF sigue acumulando puntos positivos.
Pero todo lo demás es una lástima. La historia es más bien simplona y genérica. No se necesita mayor esfuerzo cognitivo para entenderla o siquiera conocer los juegos. En este escenario y a través de su desarrollo, la película va cosechando cientos de vacíos en el guión, que terminan por resolverse por coincidencias absurdas y explicaciones aún más deplorables. Los aspectos más tristes son que la apuesta resulta predecible, carece de giros interesantes y no le alcanza para ser algo novedoso.
Cuenta con un protagonista de comportamientos contradictorios entre el trauma pasado que le pesa y las acciones presentes que concreta. Algo que proyecta generar casi nada de empatía en el espectador. Aquí además las motivaciones de los villanos son fortuitas y carecen de peso o si quiera algún sustento. La justificación de la maldad pura del antagonista y sus secuaces no son suficientes para sentirse contundentes.
Los espeluznantes personajes de Five Nights at Freddy’s.
Con esas flaquezas ya establecidas, se podría pensar que aún queda potencial en el cultivo de una atmósfera al menos terrorífica: pero no hay nada de eso. Todo lo siniestro que se pudo explotar de esta saga ha sido sacrificado para lograr una calificación que no reduzca su alcance entre el público. De haber sido una apuesta realmente oscura, acorde con el perfil de sus personajes, una gran porción del target de audiencias se habría quedado fuera de las salas. Bien por el estudio de mercado, mal por la libertad creativa.
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La propuesta tiene una taquilla masiva asegurada, probablemente será un éxito si los fans se pliegan con su oferta y le entregan su apoyo incondicional, más allá de una evaluación objetiva. Aunque para eso es primordial que vayan a los cines y no la vean pirateada. Pero Five Nights at Freddy’s no tiene mucho más que ofrecer en la cruzada por conquistar nuevas audiencias. No hay trama interesante, tampoco sustos asegurados, o siquiera heredarle una sensación de tensión al espectador casual. Es sólo para fans.
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