Reseña de El Justiciero 3: Una franquicia que hace rato dejó de ser atractiva

En El Justiciero 3, el ex agente Robert McCall se encuentra en el sur de Italia y pronto descubre que sus nuevos amigos están bajo el control de los jefes del crimen local. Cuando los acontecimientos se vuelven mortales, McCall se convierte en su protector.

La advertencia sobre hacer una reseña “sin spoilers” aquí está demás. Es que en el caso de la franquicia con Denzel Washington, el propósito de esa frase sobra. Esto principalmente porque la novedad de su trama se esfumó con la primera película.

Y, tras inspirarse en una serie de televisión de los 80’s, no pasaría mucho tiempo sin que se volviese reiterativa y así comenzara a emanar su falta de gracia. El que ya vio las primeras dos películas ya sabe a lo que va, sólo cambia el escenario. Es una repetición.

¿Cómo es la nueva película de Denzel Washington, El Justiciero 3?

Robert McCall quiere alejarse de su pasado, pero los problemas siguen encontrándolo. No hay escapatoria, por lo que debe aplicar un correctivo a los malvados con todo el peso de sus habilidades. El actuar desinteresado de McCall parece medianamente obsoleto en el juego contra los villanos y en un mundo lleno de grises, en que todos tienen intereses propios. Y, de paso, la trama se vuelve poco creíble por las hazañas que logra sin apenas un rasguño, sobre todo cuando su universo se rige por reglas más bien realistas.

Es entretenida, sí. Washington siempre se luce donde sea que vaya, incluso cuando repite sus personajes. Pero eso no es suficiente cuando el guión es predecible. Sabes que el villano al que se enfrenta este héroe, este ser cotidiano pero invencible, recibirá su merecido.

Robert McCall se fue de Estados Unidos y ahora anda haciendo de las suyas en Italia, para El Justiciero 3.

No hay riesgo para “Roberto” en esta pasada: sólo se repite la fórmula. Poco está en juego más allá de la tranquilidad del idílico pueblo que lo recibió ahora. Incluso a pesar de la sospechosa forma en que llega a esa localidad. Es raro, nadie parece inquietarse por un extraño inconsciente con un balazo y se lo perdonan, lo olvidan. Raro.

En fin, no es de extrañarse que sigan produciendo estas secuelas inertes, a pesar de que su título latinoamericano lleva la frase “El Capítulo Final”. Esto se ha vuelto de ese tipo de películas que no dejan mucho más allá de una entretención momentánea y olvidable entre tanto justiciero genérico. Sólo emocionará a los que aún creen en la figura de un salvador altruista en un mundo donde ya no hay espacio para ese tipo de ídolos.