En Chicas Pesadas (Mean Girls, 2024), la nueva estudiante Cady Heron (Angourie Rice) es recibida en la cima de la cadena social alimenticia. Recepción encabezada por el grupo de élite de chicas populares llamado “Las Plásticas”, liderado por intrigante Regina George (Reneé Rapp) y sus amigas Gretchen (Bebe Wood) y Karen (Avantika). Sin embargo, cuando Cady comete el grave error de enamorarse del exnovio de Regina, Aaron Samuels (Christopher Briney), se encontrará presa en su mira. Mientras Cady se dispone a acabar con la abeja reina con la ayuda de sus amigos marginados Janis (Auli’i Cravalho) y Damian (Jaquel Spivey), deberá aprender a mantenerse fiel a sí misma mientras navega por la jungla más despiadada de todas: la preparatoria.
En una era en la que la identidad adolescente y el encajar con los pares en el ambiente escolar está dictado por la despiadada sobrevivencia en redes sociales, una obra de culto de la comedia cinematográfica recibe una actualización acorde a los tiempos y la cultura.
Cuando la información y lo juicios sobre los demás se propagan a velocidades incalculables, el remake de Chicas Pesadas entrega precisamente lo que su audiencia busca. Coloridas performances con pasos para aprender, pegajosas melodías para memorizar incluso con sus malignas intenciones, momentos de humor rápido y que no requieren de gran cultivación, y una avance frenético de la trama, que no cambia mucho más que un par de detalles y añade las escenas musicales.
Es que claro, algunos aspectos que a mediados de los 2000 causaban gracia, hoy serían bencina para la hoguera de los escándalos o pasto de los militantes de la cancelación. Con ello se anulan aspectos como la insistencia en diálogos hipersexualizados, unas relaciones profesor-alumnas o entre primos que se veían previamente, o comentarios más mordaces sobre diversidad.
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El resultado es una trama pasada por un filtro de lo políticamente correcto para no herir sensibilidades. Bajándole unos tonos a la despiadada naturaleza de Las Plásticas y tal como lo dice la misma Tina Fey -actriz y guionista en la película- en medio de un llamado de atención: hay que ajustarse a la calificación PG-13.
Las actuaciones son aceptables, plegándose a los roles establecidos sin grandes alteraciones al material original. El recambio de talentos involucrados se ajusta mejor a las edades que están representando, o al menos así lo parece en pantalla. Aunque inevitablemente se notan quienes brillan más que otras.
Reneé Rapp se anota dos de los momentos musicales más notables de la película con su versión de Regina George. Primero, vestida contradictoriamente de ángel mientras llena de mala intención intenta seducir a Aaron en medio de la fiesta de Halloween, interpretando Someone Gets Hurt. Y luego, cuando busca desatar el caos al destapar el Burn Book para culpar a Cady, haciendo una increíble puesta en escena para World Burn. El resultado estético de ambos pasajes es puro gusto para los espectadores, destacando notablemente a Rapp y su personaje del resto de los que habitan la producción.
Aunque también hay que conceder que Auli’i Cravalho saca a relucir el talento que la hizo famosa con Moana, para ejecutar una delirante y ácida versión de Revenge Party. Mientras el diseño de producción y el set se alteran considerablemente, solo para zanjar otro de los momentazos de la entrega.
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Operando dentro de los márgenes de las producciones para todo espectador y considerando que los remakes siempre son un arma de doble filo, la Chicas Pesadas de 2024 no quiere ser más que lo que su público objetivo demanda hoy: un momento fugaz de entretención, sin mayores riesgos y descansando fuertemente en su encanto musical. ¡Listo! “Desliza hacia arriba para pasar al siguiente video”.