Como suele suceder con la vida de muchos escritores, la de William Lindsay Gresham también parece de película. Entre la tragedia, el éxito y la tristeza navegó casi todos los 53 años que vivió. Sin embargo, hubo un tiempo en el que logró surfear esas aguas oscuras y tenebrosas para escribir Nightmare Alley, conocida en español como El Callejón de las Almas Perdidas, su novela más reconocida llevada al cine en dos ocasiones.

La primera, un año después de su publicación, en 1947, y bajo la dirección de Edmund Goulding. 75 años más tarde Guillermo del Toro elige reconocer la grandeza de esta obra y decide llevarla a la pantalla grande nuevamente con un gran elenco liderado por Bradley Cooper, Cate Blanchett, Rooney Mara, Willem Dafaoe y Toni Collete

Hay que decir que Nightmare Alley gira en torno a la ambición, la miserabilidad, el alcoholismo y la tragedia, elementos que estuvieron muy presentes en la vida de Gresham. Nacido en 1909 en la ciudad de Baltimore, al poco tiempo, se mudó con su familia a la gloriosa Nueva York. Fue allí donde a mediados de la década del 20 se graduó del colegio secundario, sin saber aún muy bien qué camino seguir. De hecho, por un período, trabajó como cantante de folk y hacía presentaciones en algunos bares de la ciudad de La Gran Manzana.

Al poco tiempo se casó con una aristócrata, pero como su matrimonio no iba para nada bien, decidió servir como médico voluntario en la Guerra Civil Española. Viajó hacia el continente viejo en 1937 y durante su estadía allí se hizo amigo de un colega que también servía como voluntario. Anteriormente, este hombre se había dedicado a los espectáculos de circo, entonces, sus anécdotas, o al menos, las que más interesaron a Gresham tenían que ver con ese oficio. 

En particular, se vio atraído por el relato de un borracho que aparentemente protagonizaba un deplorable y humillante espectáculo en el que hasta comía su propio excremento. A este hombre lo hacían llamar como “la Bestia” y las personas acudían solo para regocijarse de este putrefacto episodio. Eso fue suficiente para que algo haga "click" en la cabeza de William. 

A finales de 1939 regresó a Estados Unidos y finalmente se separó de su esposa. A pesar de haber recibido una primera inspiración para la que sería su obra máxima aún no lograba unir todas las piezas. De hecho, fueron años muy duros en la vida del escritor quien en ese tiempo intentó suicidarse. Pero solo dos años después conoció a la poeta Joy Davidman. La química entre ambos fue casi instantánea. Ambos tenían intereses comunes, sobre todo en política, en la que compartían ideales del Partido Comunista. En 1942, contrajeron matrimonio y luego tuvieron a sus dos hijos, David y Douglas, ahora un reconocido productor ejecutivo musical y biógrafo. 

Fue en esos años de calma aparente en los que, poco a poco, fue escribiendo Nightmare Alley. Aquel relato que exponía lo más miserable del ser humano se unió a otro interés, en este caso, esotérico que surgió casi por casualidad. William Gresham era conocido por sus eclécticos gustos. Desde la medicina a la escritura, pasando por el budismo hasta llegar al tarot.

No se sabe a ciencia cierta cuándo comenzó a utilizarse el tarot, pero lo cierto es que a principios del siglo XIII en el Oriente empezaron a tener lugar una serie de cartas que tenían el objetivo de adivinar lo que pasaría en el futuro.Ya en el siglo XV aparecen en Europa unas cartas que representaban casi exactamente lo que hoy se conoce como los 22 arcanos mayores del tarot. Así, el escritor usó los nombres de estas cartas para estructurar cada uno de los capítulos de su libro. Desde El Loco al Colgado, el significado y la ubicación de estas cartas no eran aleatorios y tenían muy bien que ver con el camino que recorría el protagonista de Nightmare Alley, Stanton Carlisle, en esta novela. 

Gresham tardó en escribir el libro dos años y cuatro meses. Para 1946 ya estaba publicado y ganó reconocimiento rápidamente. Eso apaciguó la relación con su familia, pero no la mejoró en absoluto. Si bien se mudaron a una mansión en Nueva York, la paz no duró demasiado. El escritor estaba sumido en una depresión y una adicción al alcohol que aumentaba sin medida. Su comportamiento era cada vez más errático y casi nunca estaba en su casa. Esta relación disfuncional se mantuvo por unos cuatro años cuando de una vez por todas Joy decidió poner fin al matrimonio. Aún así continuaron viviendo juntos por un tiempo. Se separaron en 1954 y si bien ella pudo rehacer su vida en Inglaterra con el escritor C.S.Lewis, Gresham no lograba terminar con su alcoholismo. 

A pesar de intentar recuperarse de su adicción y de trabajar en su espiritualidad a través de la religión, su salud comenzó a empeorar. Al mismo tiempo, su exesposa Joy murió de cáncer y Lewis decidió hacerse cargo de los hijos de ambos. La vida de Gresham se convirtió cada vez más en un círculo vicioso sin retorno. El diagnóstico de cáncer de lengua fue fulminante para el escritor, quien en 1962 se quitó la vida con una sobredosis de pastillas en el Hotel Dixie de Manhattan, lugar donde había ido a escribir su novela en más de una ocasión. Para ese entonces, ya prácticamente nadie se acordaba de su obra ni de quién era. 

Del ascenso a la caída, el paso de William Lindsay Gresham por este mundo fue intenso, fascinante por momentos, aunque trágico la mayoría de veces. Sin embargo, no caben dudas que la nueva película de Guillermo del Toro repasa esa genialidad que supo imprimir en su más preciada novela.