A finales de los años ochenta y principios de los noventa, uno de los directores que incursionó en el género de acción con películas de bajo presupuesto fue Damián ‘el Gato’ Acosta Esparza. Con temáticas centradas en la violencia urbana y pandillerismo durante ese periodo, el cineasta fue una especie de Michael Winner a la mexicana por su forma artesanal de hacer cine, pese a que críticos como Jorge Ayala Blanco lo hicieron pedazos. Como muchos otros directores en el mundo, él también tuvo su actor fetiche. Se trata de Juan Rafael Moro Ávila, o mejor conocido como Juan Moro.
Recientemente el nombre y rostro de Juan Moro reaparece ante los ojos del público con el documental Red privada. ¿Quién mató a Manuel Buendía?, de Netflix. En la memoria colectiva (para quienes lo recuerdan) quedó identificado como el autor material del asesinato del periodista Manuel Buendía, delito que se le imputó y por el que fue encarcelado en 1989.
Justo en ese mismo año se estrenó El fiscal de hierro, filme dirigido por Damián Acosta Esparza y protagonizado por Mario Almada y Lucha Villa. La historia se basa en el caso real de Salvador del Toro, agente federal enviado a Nuevo Laredo, Tamaulipas, en la década de los setenta para frenar la guerra contra judiciales emprendida por parte de narcotraficantes liderados por Simona Reyes Pruneda.
En la ficción, Lucha Villa da vida a esa mujer bajo el nombre de Ramona Pineda, matriarca de una familia de narcos en el norte del país. Uno de sus hijos es interpretado por Juan Moro, quien ya había trabajado con ‘el Gato’ Acosta Esparza en La venganza de los punks y El violador infernal.
Lo que nunca imaginaron el guionista Carlos Valdemar y el propio director es que iban a generar una coincidencia entre su ficción y la realidad con relación a Moro. Ello debido a que en El fiscal de hierro su personaje acude a un canal de televisión junto a sus hermanos para asesinar con armas de fuego al periodista Romano (interpretado por Ramón Menéndez), esto luego de recibir la orden de la señora Pineda para eliminarlo porque estaba metiéndose demasiado a fondo en asuntos delicados con el crimen organizado.
Ironías de la vida, al mismo tiempo que se exhibía la película, Moro fue detenido y presentado ante los medios de comunicación como el hombre que se encargó de matar a Manuel Buendía de cuatro disparos en 1984. Mientras que en cadena nacional “dije, lo que me dijeron que dijera”, en la historia ficticia su personaje intenta persuadir a Ramona Pineda acerca de la encomienda de eliminar al periodista Romano diciéndole que es mejor prestar atención a la presencia del fiscal, porque “eso sí nos incumbe, amá (sic)”.
Con el paso del tiempo, luego de haber cumplido su condena en el reclusorio, Moro salió de prisión asegurando que fue el chivo expiatorio de un crimen político en el que nada tuvo que ver, que no asesinó a Manuel Buendía. Por otra parte, el hecho de que Damián Acosta Esparza haya incluido en El fiscal de hierro la temática de agresiones y homicidios contra periodistas, esto después del caso Manuel Buendía, fue una mera coincidencia que en ningún momento quiso perjudicar al actor.
Entre que el cine se parece a la vida real, o la realidad cada vez se asemeja más a la ficción, lo cierto es que la encrucijada de Moro entre esos dos mundos fue ser el malo de la película. Y al final, la respuesta a la pregunta que hace alusión el documental de Netflix sigue en el aire: ¿Quién mató a Manuel Buendía?