Era 1988. Los amantes del cine de acción estaban desencantados ante la falta de títulos en ese género durante el primer semestre del año. Una de las pocas películas que llegaron a las salas fue Rambo III, que los dejó con muy mal sabor de boca, decepcionados prácticamente. Y es que 1987 los encendió con filmes como Lethal Weapon (Arma mortal), Predator (Depredador) y The Running Man (El Sobreviviente), por lo que esperaban más, o por lo menos algo de ese mismo nivel.

Sylvester Stallone había desgastado al personaje de John Rambo y Arnold Schwarzenegger cambió la acción por Twins, una comedia junto a Danny DeVito. Mientras tanto, Mel Gibson dejó descansar a Martin Riggs, el detective que interpretó en Arma mortal, hasta 1989.

Parecía 1988 un año perdido para el género, pero aparecieron Die Hard (Duro de matar) y Bruce Willis en el segundo semestre para cambiar la historia. ¡Y vaya que lo hicieron!

Para el público mexicano, Willis era un perfecto desconocido. Incluso para los espectadores estadounidenses, su nombre e imagen no les decía nada. A lo mucho se sabía sobre él uno que otro dato de sus apariciones en series de televisión, como Miami Vice, por ejemplo.

Bajo ese rasgo de ser un auténtico extraño para los cinéfilos, Willis recibió la confianza del director John McTiernan para darle vida a John McClane, un policía de Nueva York que viaja a Los Ángeles en época navideña con la única intención de reconciliarse con la mujer que ama, su esposa.

Ese aparente e inicial cuento navideño se transforma en una historia de acción que visualmente lo tiene todo para no pestañear un solo segundo: un rascacielos, terroristas, toma de rehenes, balazos, explosiones, persecuciones, tanques, lanzacohetes, helicópteros, cristales rotos y, en especial, un héroe.

Willis es ese héroe que no solamente salva a las víctimas de un grupo de criminales, sino al año 1998 y al cine de acción en ese entonces mediante una renovada figura del héroe de acción dotándolo de un perfil urbano, con sentido del humor y facilidad de conversación.  

Los espectadores que acudieron a las salas de cine para ver Die Hard salieron de ellas con la vida completamente cambiada, ya nada sería igual. La película dejó elevado el parámetro en el género y Bruce Willis había llegado a irrumpir en un espacio donde mandaban Stallone y Schwarzenneger.

Hasta la fecha, Die Hard es considerado un filme casi sagrado para los amantes de la acción, quienes además comenzaron a rendirle culto a Bruce Willis en su personaje de John McClane, un policía que solamente quería reconciliarse con su esposa y convirtió un rascacielos en un auténtico campo de batalla en plena época navideña.