Decía Chavela Vargas que los mexicanos nacemos donde se nos dé nuestra chingada gana. Tenía razón. Muestra de ello es Ariana Saavedra, actriz venezolana que parece haber nacido y crecido en México toda su vida. A pesar de tener poco tiempo en nuestro país, se ha convertido en una mexicana más en el estricto sentido de lo que implica serlo.

Escucharla hablar no denota su nacionalidad venezolana. Ha debido modificar su acento por motivos profesionales, específicamente para audicionar en la búsqueda de personajes que le resulten interesantes, así como para poder sumergirse en historias cuyos contextos están ubicados en realidades mexicanas.

Con plena consciencia del alarmante aumento de feminicidios y violencia que existe en nuestro país hacia la mujer, ella se considera una más. Manifiesta que el hecho de ser una figura pública no la exime ni la libra de correr el mismo peligro que corren millones de mujeres día con día. Por eso es que se exige más en conocer e informarse de la narrativa sociocultural a la que ahora pertenece.

Mediante su papel de Linda Peña en La mujer del diablo, nueva serie de Vix+, Ariana encontró una oportunidad de retarse a sí misma como actriz y así ponerse en los zapatos de quienes padecen o enfrentan situaciones ligadas con problemas que nos laceran y obligan a reflexionar como nación.

Desde moldear su acento hasta trabajar de manera intensa el método de la contención para su papel, pasando también por la comprensión de la vida rural, ella encuentra en esta nueva serie una posibilidad más de explorarse, de continuar con su propio aprendizaje emocional y, sobre todo, de reafirmarse como una persona comprometida en todos los sentidos con el país que le ha abierto las puertas.

Entrevista con Ariana Saavedra

Pude ver el primer capítulo. Como cualquier episodio de estreno de una serie, sus personajes nos avisan que tienen secretos. Tú como Linda Peña apenas nos das información. ¿Hacia dónde irá este personaje?

Linda es una chica de 18 años que está en un proceso de su vida en el cual está descubriéndose a muchas cosas. Se esfuerza mucho por querer salir del pueblo, quiere ser más libre. En ese contexto reaparece una persona con quien sostuvo una relación dos años atrás y además su hermana está viviendo una tragedia.

La vida le pone tropezones que la obligan a madurar más rápido, pero no como hubiera querido. Una de sus principales características es que siempre procura más a los demás por encima de ella. Sin embargo, su arco dramático es interesante porque tarde o temprano deberá romper con eso aunque le cueste más de lo que puede imaginarse.

Si bien Linda no nos da tanta información de su persona en el primer episodio, sí vemos algo muy relevante: su entorno familiar. Tiene a una hermana secuestrada, una madre religiosa en extremo y vidente, un padre pasivo ante lo que sucede. ¿Qué se siente estar en medio de todo eso?

Creo que Linda lo entiende. Es una chica que trata de entender siempre lo que pasa. De alguna manera, ella entiende los porqués de las personalidades de su mamá y de su papá. La figura materna es importante porque sabe que es una mujer trabajadora, fuerte y que es quien lleva la comida a casa. Eso lo tiene muy presente y por eso es que adopta ese carácter.

Con su hermana Natalia ocurre algo que podemos vivir muchas personas en nuestras familias, que es el hecho de no tenernos confianza para decirnos lo que pensamos o sentimos. Guardamos secretos, nos hacemos de secretos que bien podríamos contarlos.

Respecto al papá, se trata de un hombre que es padre mío pero no de Natalia, mi hermana. Entonces eso también influye en cierta medida dentro de las relaciones intrafamiliares. Una reflexión que tengo sobre este entorno es que no somos ni procedemos de familias normales. Claro, a todos nos gustaría tener familias normales, pero la realidad no es así. Hay que aceptarnos.

Hubo una época en que las historias ofrecían a las mujeres temáticas relacionadas con el amor y desamor tipo cuento de hadas. Después vinieron tramas orientadas hacia el despertar sexual y acercamiento a las adicciones. Ahora la narrativa gira alrededor de la violencia e inseguridad que sufren ustedes a diario. ¿Qué significa como actriz para ti incursionar en estas temáticas?

Me enorgullece que se estén tocando estos temas porque es necesario. Mi personaje de Linda, por ejemplo, te habla de que no existen géneros para amar. El amor no tiene que ver con lo que eres o lo que haces. El amor es amor y punto.

Sobre el tema del secuestro que se ve con Natalia, su hermana, tenemos que tomar conciencia de que los secuestros de mujeres existen, sobre todo con menores de edad es más frecuente. Las venden, las trafican. Son explotadas sexualmente. También están los casos de niñas que son obligadas a casarse con hombres mayores que hacen con ellas lo que quieren. Aunque no lo parezca, a veces todo esto es un tabú hablarlo en el medio y en la sociedad en general.

Por eso me gusta que Vix+ se haya animado a tocar este tipo de temas y no tenga miedo en hacerlo. No siempre las historias deben ser sobre el amor color de rosa, o el amor que nos muestran las películas de Disney. También veo como positivo que ya no todas las tramas sean como las que se veían en telenovelas de antes, es decir, el triángulo amoroso en que el personaje de la mujer buena y guapa se casaba con el personaje del hombre bueno y guapo.

Para sumergirte en este tipo de historias y preparar tu personaje, ¿cómo lo trabajas y procesas como actriz? Luces contenida, lo que no es fácil.

A mí me costó mucho al inicio porque es una historia cruda, fuerte. Tener que actuar demasiado dolor, tensión y sufrimiento, sí fue difícil para mí en el sentido de salirme de esas emociones porque son reales pese a que lo transmito en una ficción.

El personaje de Linda Peña tiene muy poco en común conmigo, por lo que eso hizo más complejo mi trabajo de construcción. Tampoco quería que ella cayera en clichés al manifestar las emociones. Para poder conseguirlo, en caso de que así lo conciba el público, trabajé mucho en quitarme mi acento natural porque Linda exigía su propio acento. Fue un gran esfuerzo.

Debo aceptar que me costó manejar la contención. Soy una actriz muy expresiva, de hacer gestos. Pero acá la historia me demandaba ser contenida. En efecto, no es sencillo. Tienes que transmitir demasiado con la mirada, que es un enorme reto y de exigencia en mi preparación. He sido muy disciplinada para lograrlo.

¿Qué cosas sí tienes en común con Linda?

Me parece que la fuerza con que enfrenta a la gente, principalmente. Posee una sensibilidad similar a la mía.

Soy de Venezuela, un país que ha vivido una situación complicada desde hace muchos años. He tenido que vivir con eso durante toda mi vida. Han sido 24 años de un régimen que tiene al país en donde está y yo tengo casi 26 años, por lo que prácticamente ese régimen es lo único que he conocido.

Tener que comprender y entender que mi familia estaba lejos cuando decidí salir de allá, además de tomar la decisión de traerla a México, me resultó un proceso muy difícil. Creo que eso lo comparto con mi personaje. Son momentos complicados, adversos, fuertes de vivir. Esa dificultad de estar y no estar lo tengo identificado con Linda.

¿Qué viene después para ti como actriz en la elección de personajes?

A mí me gustan los retos. También me encantan los personajes diferentes, no ser repetitiva. Lo que más quisiera son personajes que me pongan a prueba. Pero si tuviera que escoger uno ahorita, me gustaría hacer algo de comedia, quiero probarme en ese rango actoral.

¿Tienes la mente puesta en el cine?

Sí, claro. Pero prefiero fluir, no imponerme. Esta carrera me ha enseñado que hay que ir fluyendo. Tengo bien definido que al personaje hay que buscarlo, por lo que seguiré yendo a castings y más castings. Estoy segura que los papeles que he interpretado hasta el momento, tarde o temprano me llevarán al cine. En verdad deseo llegar a la pantalla grande. Otra certeza que tengo es que será con base en lo que haga en México, que es un país al que le debo mucho y del que quiero seguir siendo parte de sus historias.