En Sobrevivientes (Concrete Utopia, 2023), el mundo ha sido reducido a escombros por un terremoto masivo. Mientras nadie sabe con certeza qué tan lejos se extienden las ruinas ni cuál es la causa del terremoto, en el corazón de Seúl solo queda en pie un edificio de apartamentos. Se llama Hwang Gung Apartments. Con el paso del tiempo, los forasteros comienzan a llegar a Hwang Gung Apartments en un intento de escapar del frío extremo. Pronto, los residentes del edificio no pueden hacer frente al aumento de personas. Sintiendo una amenaza para su supervivencia misma, los residentes llevan a cabo una medida especial.
Ésta es una verdadera sorpresa, inspirada por el webtoon Pleasant Outcast, de Kim Soongnyung. Agradable, pero angustiante también. Por un lado, está la frescura que le entrega a la cartelera una apuesta que no viene precisamente de Hollywood y que tenga los suficientes elementos para defenderse como una narración interesante. Y, en segundo lugar, sin ser para nada una película que busca aleccionarte sobre la vida, deja al espectador ante los perversos comportamientos del humano frente a una crisis.
Lo vimos recientemente en Dejar el Mundo Atrás, aunque está mejor ejecutado aquí por el director Tae-hwa Eom. Cuando se sumerge en la inquietud de la incertidumbre ante una catástrofe, además de la maldad, surge de la paranoia y las inseguridades en las personas. La profunda desconfianza en el prójimo conduce a la humanidad a la perdición.
Actuar de manera individualista cuando deberías colaborar de manera comunitaria para salir adelante o siquiera establecer una organización que anule privilegios y ayude al bien común; es lo mejor para acabar con la desesperación. Los mensajes están claros aquí.
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También se ilustra claramente un retrato de la psicología humana, una que se distorsiona a niveles insospechados cuando su status quo se ve trastornado. Así, emergen conductas de corte fascista, como incipientes regímenes totalitarios o la suposición de la propiedad como una atribución que te hace mejor o peor persona.
Todo eso se examina tras la catástrofe en la película. Es el post-trauma y sus consecuencias. En la desorientación, los sobrevivientes adoptan medidas extremas que no comprenden del todo. Lo más interesante de la entrega es como desdibuja los límites entre el blanco y el negro, el bien y el mal, y deja a todos sus personajes operando en una gama infinita de grises, de respuestas instintivas y reacciones viscerales.
Sin duda la película aborda temáticas que no son solamente propias de la cultura coreana. Apela a situaciones transversales y plenamente reconocibles a nivel global. Y es muy inteligente para hacerlo.
Es agradable ver una gran película, sí. Pero también es angustiante ver el reflejo de la deformación de la conducta humana cuando no hay pautas o convenciones sociales que la ordenen. Es la necesidad religiosa de formar jerarquías, de seguir a un alguien, de atribuirle poder a una persona, en vez de actuar colectivamente; lo que termina corrompiendo a las bases. Sobrevivientes se abre un pequeño espacio en la cartelera para dejarte con esa sensación agridulce. Y qué bueno que así sea.