En 2002, Martha Higareda era la consentida del público juvenil tras su aparición en Amar te duele. En tanto, Ana Claudia Talancón era causante de sentimientos encontrados por su personaje de Amelia en El crimen del padre Amaro; los valores morales y religiosos de un sector de espectadores se sintieron trastocados con su interpretación.
Ambas actrices, además de ser imán de taquilla, se habían posicionado como figuras de nuevas propuestas del cine mexicano en el comienzo del siglo XXI. Su presencia en pantalla grande fue también favorable para abrir la puerta a más protagónicos de mujeres jóvenes en películas, una de ellas fue Ana de la Reguera.
En 2003, la actriz atrajo a un sector del público en general y a la crítica por su papel de Ana en Ladies Night, donde compartió créditos con Ana Claudia Talancón. Su rol de una chica que quiere arruinar la boda a la novia de su mejor amigo fue revelador para los cinéfilos de ese momento.
Era un rostro novedoso, una nueva figura mexicana que atraía en salas de cine. Pese a que había actuado en Por la libre en el 2000, su identificación completa para los ojos cinéfilos fue con Ladies Night. A partir de ese filme se ubicó en el gusto e interés de la gente, sin embargo fue hasta 2006 cuando volvió a aparecer en un estelar. Lo hizo con Nacho Libre, una película de Nickelodeon Movies.
Contrario a como el público la recordaba, Ana de la Reguera sorprendió con la interpretación de una monja ocupada y preocupada por los niños huérfanos. Su personificación de la hermana Encarnación fue trascendental en su carrera porque definió el camino directo al cine, olvidándose de las telenovelas, contenidos audiovisuales donde inició a actuar para darse a conocer.
Ladies Night y Nacho Libre, dos filmes con tres años de distancia entre uno y otro, fueron la transición de Ana de la Reguera para catapultarse rumbo a Hollywood.