Dos hermanos van de cacería al desierto de Nevada. Lo único que encuentran es una extraña criatura que los convierte en sus presas. Donnie (Andy Toulouse) logra escapar, no así su hermano, a quien cree haber sido devorado por el ente al que recuerda no ser de este planeta. Su historia es considerada un disparate en el pueblo, incluso es mofa de un detective que ha investigado el caso. Sin embargo, el catedrático Ridley (Mitch Pileggi) y su alumna Morgan (Emily Sweet) sí lo toman muy en serio.
Valoran todavía más su relato a partir de que tres chicas son víctimas de la sanguinaria criatura, un monstruo mítico que lleva como nombre Barú y tiene forma arácnida. En su intento por explicar el origen de esa entidad, Ridley dice que da igual si vino del espacio, de otros mundos o del mismísimo infierno. Para él, como hombre de estudio que es, lo importante es descubrir y descifrar por qué ha elegido albergarse en una zona desértica de Estados Unidos. Con base en esa premisa, más adelante se descubrirá que el profesor no es precisamente un simple maestro, sino una persona con intereses oscuros en aras de la ciencia. También sabremos qué pasó y dónde está el hermano de Donnie.
El director Tyler Bourns nos entrega una película al más puro estilo de serie B y que tiene toda la intención de entretener. Si nos atenemos a la nostalgia, se asemeja a aquellos filmes desconocidos que transmitía Canal 5 en las primeras funciones de su permanencia voluntaria dominical y no le cambiabas a la televisión porque te resultaban divertidos. Por el contrario, cada vez que volvían a transmitirlos los veías nuevamente para pasar el rato.
Bourns recurre al cine de criaturas horrendas que provocan pánico en pueblos estadounidenses (recordar Tremors, de Run Underwood), slasher (mujeres semidesnudas cazadas por el asesino, en este caso una criatura) y thriller. También le añade ese toque de humor que caracterizó a películas ochenteras dentro del género de terror, particularmente con diálogos absurdos o ridículos.
Si se toma en cuenta que Desert Shadows está hecha con esa idea de un entretenimiento sin complicaciones y con el uso de clichés metidos para ese propósito, se digiere como una película del Canal 5. Por otra parte, una lectura que arroja radica en el concepto de que el hombre es el monstruo del hombre, reflejándose aquí mediante la experimentación con el cuerpo humano para fines científicos, esto sin importar la voluntad ajena y el respeto a la integridad del otro. De apreciarse así, la criatura no es más que una consecuencia de nuestra involución como especie y preferimos darle connotaciones inexplicables a entes que nosotros mismos creamos.