Jennifer Aniston cumple 52 años. Una gran mayoría de sus enamorados y admiradores siguen festejándola tal como lo hacían cuando cumplió 40: encasillándola en su personaje de Rachel Green, de la serie Friends. ¿Acaso no es ingrato hacer eso con alguien a quien se ama, se admira y ha tenido otros aportes que valorarle?
En 1978, John Carpenter mostró en pantalla que en el cine de terror las mujeres son valientes y fuertes para enfrentar al miedo y a quienes lo provocan, además de mantenerse vivas. Lo hizo a través de Halloween con Jamie Lee Curtis como protagonista. Un año después, Ridley Scott reafirmó esa visión de roles femeninos con aplomo en tramas de terror con Alien, filme en que Sigourney Weaver combate a la horrible criatura que convierte a la nave Nostromo en un infierno.
Posteriormente, durante toda una década, las películas de terror apostaron por explotar subgéneros como el gore y el slasher con historias donde los personajes femeninos tendían a ser torpes y asesinados. Fue reiterativo el cliché de chicas preparatorianas o universitarias, poca ropa y mucha sangre.
En 1993 se estrenó una película de bajo presupuesto que quiso salirse de ese molde, Leprechaun. Una joven Jennifer Aniston encarnó a Tory, una adolescente que junto a su padre alquilan una casa de campo para pasar el verano sin saber que un duende asesino habita en el sótano.
Menospreciado en su momento, criticado por mezclar terror con humor, este filme de Serie B se convirtió en objeto de culto muchos años después. Entre los aportes rescatados por sus fans está la posición de cámara a ras de suelo para ponerse en el punto de vista del duende.
Otro detalle que aprecian es el rol del personaje interpretado por Aniston: una adolescente que se enfrenta a la maldad y a un ser terrorífico sin ser asesinada o morir en la lucha contra el mal. Fue una especie de heroína en el género a principios de los noventa, pero pasó desapercibida por no tratarse de una gran producción, o porque la película solamente podía conseguirse en videoclubes.
Arrumbada Leprechaun como una de sus primeras intervenciones en el cine, convertida en toda una celebridad por su participación en el sitcom Friends, Jennifer volvió a la pantalla grande en 2002 para romper otro esquema: el suyo.
Catalogada como actriz de televisión, reconocida más por su belleza física que por su talento y ubicada únicamente como Rachel Green, Aniston aceptó enfrentarse a sí misma con un melodrama que dejó sorprendidos tanto a sus fans como a sus detractores. Se trató de Una buena chica.
Interpreta a Justine, una cajera de supermercado que padece la infelicidad de un matrimonio aburrido, rutinario. Su marido, incapaz de generarle una emoción, es adicto a la marihuana. Por si fuera poco, ella desea ser mamá, sin embargo no logra embarazarse y desconoce el motivo, lo que hace más deprimente su relación.
Todo cambia cuando conoce a Holden, un compañero de trabajo que altera por completo su estado emocional y sexual sintiéndose atraída por su creatividad y apasionamiento. Esa atracción derivará en una obsesión que complica su existencia.
Con su actuación en Una buena chica, Aniston demostró que era más, muchísimo más que Rachel Green. En fin. Mejor aquí le dejamos con relación a la festejada.