En México más de 100,000 personas están reportadas como desaparecidas. Una cifra espeluznante. Pero detrás de ese número hay historias desgarradoras de familias rotas, de madres y padres que sufren lo indeseable por buscar a sus hijos. Una de esas mamás es retratada en La civil por Arcelia Ramírez en su papel de Cielo.

Teodora Mihai, directora de la película, no concede respiro al espectador en la búsqueda que emprende Cielo para dar con el paradero de su hija. Ser notificada de que su ser más amado ha sido víctima de secuestro es apenas el primer paso de un calvario que se transforma en un infierno.

Dicho infierno, retratado aquí a manera de ficción, se asemeja a la terrible realidad que se enfrentan miles de madres buscadoras que no descansan y se abrazan a la esperanza por hallar a sus tesoros, es decir, hijas o hijos que les fueron arrebatados por desaparición forzada.

Mihai consigue poner en el mapa visual del público a la figura de la madre buscadora y a ese otro lado de la maternidad que el crimen organizado crea a partir de la brutalidad y que las autoridades prefieren ignorar por comodidad. No obstante, la sociedad todavía tiene la oportunidad de no claudicar ante la indiferencia. De eso hablamos con la directora en Spoiler.

Entrevista con Teodora Mihai, directora de La civil

De principio a fin estamos con Cielo, el personaje que interpreta Arcelia Ramírez. No hay descanso, no hay respiro en su proceso. La acompañamos en todo momento como espectadores. ¿Pensaste así esa narrativa desde un principio o la fuiste encontrando en la filmación?

Todo parte del guion. Escribí la historia junto a Habacuc Antonio de Rosario, un novelista tamaulipeco. Hablamos mucho sobre cómo íbamos a estructurar la película. Asumimos el reto de contar con partes muy íntimas que pertenecieran al cine de autor, pero también contar con partes que fueran más de acción, de género, de thriller investigativo.

Ese balance lo fui cuidando durante la grabación. Al momento del montaje fue un trabajo de equilibrar bien las escenas silenciosas e íntimas en la psicología de Cielo con las escenas de acción. Pero siempre respeté el punto de vista de Cielo como mamá y mujer de casa, nunca se vuelve una especie de Rambo. Era importante no caer en clichés.

Hay dos secuencias importantes. Una es cuando Cielo entra al velatorio y ve cadáveres arrumbados en su interior. La otra es cuando acude al desierto. En una hay violencia visible y en la otra no, pero se intuye que hay violencia. ¿Por qué decidiste hacer muy explícita la escena del velatorio?

Para mí, como directora, uno de los desafíos fue preguntarme cómo manejar el tema de la violencia, cuestionarme qué tanta violencia necesitaba mostrar en pantalla y qué tanta se podía dejar en la orilla con el trabajo de diseño de sonido. Muchas veces dudé entre mostrar violencia literal o jugar con no mostrarla.

Es un juego del director buscar el límite en que se puede activar la imaginación del espectador no mostrando algo. A veces cuando no muestras, la imaginación visualiza algo todavía peor de lo que se podría mostrar. Es un juego muy interesante y muy difícil, de hecho.

A nivel general, en la película no se muestra violencia de manera gratuita. No quería eso. Se muestra sólo cuando realmente es necesario. Y yo consideré que en ese punto de la funeraria era necesario mostrar la violencia para hacer creíble que Cielo y Gustavo tienen miedo a estos chavitos porque, de lo contrario, parece algo de burla. Al mirar lo que está pasando, el miedo se hace más real. Esa fue mi lógica para esa escena.

Hablo de esas secuencias en particular porque nos ponen en la piel de una madre buscadora. Cielo nos abre los ojos para que volteemos a ver a esas miles de madres buscadoras que hay en México y sufren lo indeseable entre violencia visible y violencia no visible por encontrar a sus hijos.

Esa segunda secuencia que mencionas, que es cuando ella llega a esa casa de seguridad vacía y observa el lugar, bueno, el lugar ya nos lo dice todo. Para el uso de la cámara en esos instantes, yo opté por captar primero su reacción. Algo similar hicimos con la secuencia de la funeraria: antes de ver lo que Cielo ve, primero vemos su reacción. A partir de sus reacciones, te puedes imaginar lo que está viendo. Y eso es mucho más impactante.

La idea de no soltar en ningún momento al personaje de Cielo es para ponernos en sus zapatos, estar a flor de piel con su personaje. No quería soltarla en lo que es su viacrucis y acompañarla en su transformación. Ella es una mujer muy inspiradora.

Al inicio de la película, Cielo es una mujer débil, abnegada, sumisa. Después tiene que sacudirse el machismo que la rodea y toma en las manos su propio destino. Luego de eso descubre su fortaleza, pero al descubrirse fuerte tiene que pagar un precio porque prácticamente se tiene que unir al círculo vicioso de la violencia que al inicio la hace su víctima. Esa ironía se me hizo atractiva y la quería compartir para reflexionar al respecto. ¿En qué situaciones deben introducirse las madres buscadoras para avanzar? No pueden salir ilesas.

Otro punto a considerar es el final. Se presta para interpretaciones. Puede pensarse que esa persona que no vemos es su hija, o que es otra madre buscadora que comparte su dolor. ¿Por qué decidiste ese final?

El final fue lo más difícil para mí en el proceso de hacer la película. Decidir en qué momento parar de forma exacta la historia de Cielo fue muy difícil. Creo que terminamos por encontrar el lugar preciso, que es más sobrio y más elegante para culminar esa historia. Justamente te da la posibilidad de interpretar.

Hay muchísimos espectadores que lo interpretan de manera positiva, poética. También hay espectadores que lo interpretan como algo negativo. Para mí es muy interesante porque todas las interpretaciones valen, son plausibles. Cada quien le da el final que su corazón necesita, o que su ser requiere. Caben varios finales en este final.

Esta película, La civil, funciona como un recordatorio para que nosotros como sociedad prestemos atención a las madres buscadoras y dejemos de ser indolentes. La historia de Cielo, tristemente, cualquier día nos puede alcanzar.

Quisimos dar voz a estas mamás que están viviendo la crisis existencial más grande que un ser humano puede vivir. Soy narradora, soy cineasta, mi papel en el mundo es intentar conmover al espectador e invitarlo a poner su granito de arena en el asunto tratado. Cada uno de nosotros, en la medida de nuestras posibilidades, podemos hacer una pequeña diferencia. Puede ser en tomar conciencia.

Espero que la película pueda aportar algo en la reflexión y robustecer el debate para mejorar a futuro. Creo profundamente que el arte tiene su razón de ser en la búsqueda de soluciones preventivas. Nos humaniza mucho, nos da las herramientas para volvernos personas empáticas y entender el mundo de otra manera.