El 17 de septiembre arribó al servicio de streaming Netflix una de las series más comentadas de los últimos días. Estamos hablando de El Juego del Calamar, una producción originaria de Corea del Sur que ya atrapó a los usuarios de la plataforma y se ha posicionado entre lo más visto a nivel mundial en la actualidad. Por si no lo sabías, detrás del relato hay una historia real que debes conocer.

 

"Varias personas en riesgo de exclusión y con serios problemas económicos reciben una misteriosa invitación para participar en un juego. 456 concursantes de toda clase y condición acaban encerrados en un lugar secreto donde deben competir en varios juegos para ganar 45 600 millones de wones. Se trata de juegos infantiles tradicionales coreanos (luz roja, luz verde, etc.), pero los perdedores mueren. ¿Quién se alzará con la victoria y cuál es el objetivo del juego?", dice su sinopsis oficial.

+La historia real detrás de El Juego del Calamar

El programa de nueve episodios está creado y dirigido por Hwang Dong-hyuk, quien en una entrevista confirmó que escribió el guión en 2008. Sus principales inspiraciones están en cómics japoneses reconocidos de aquel año, como Alice in Borderland, As the Gods Will o Battle Royale, ya que había un patrón en común: personas en busca de dinero de manera desesperada realizando acciones impensadas para cumplir su objetivo.

Además de las historietas de su nación, también tomó juegos infantiles tradicionales de su infancia y los convirtió en una pesadilla para los jugadores del show. Uno de ellos es "El juego del calamar", como se llamó la serie, que consiste en formar al animal acuático con formas geométricas: "Es algo que solía jugar de niño en la escuela o en las calles del barrio", dijo Dong-hyuk.

 

 

Otro de los divertimentos utilizados se llamaba "Luz verde, luz roja", el cual consiste en permanecer inmovil frente a un policía que repite las palabras, pero en la serie vemos que finaliza con perdedores que son asesinados por una gran muñeca. Si bien no se basa exactamente de un hecho específico de la realidad, el director tomó estos simples juegos favoritos de su infancia y los llevó a un punto extremo, además de querer transmitir un mensaje sobre la sociedad coreana.