A sus 25 años, Emma Corrin tuvo el difícil desafío de interpretar a una de las mujeras más icónicas de los últimos años. Peter Morgan, el creador de The Crown, la escogió para hacer de la Princesa Diana en la cuarta temporada de la serie de Netflix que narra el reinado de Isabel II. Además de su parecido físico, la joven actriz comparte el mismo compromiso social que hizo grande a Lady Di en el mundo. 

 

A finales de los ochenta, la que fuera esposa del Príncipe Carlos comenzó a dedicar su tiempo a las obras caritativas y filantrópicas. Realizó trabajos comunitarios con niños de África, apoyó a pacientes con sida, ancianos y personas con adicciones, presidió numerosas fundaciones béneficas, se dedicó a erradicar las minas antipersonales y se la vio junto a líderes pacifistas como Nelson Mandela, el Dalái lama o la madre Teresa de Calcuta.

"La Princesa Diana fue un ícono y su efecto en el mundo sigue siendo profundo e inspirador", escribió con admiración Corrin en su cuenta de Instagram cuando anunció que había conseguido el papel. La artista nació en Kent, Inglaterra dos años antes de la muerte de la Princesa en París.  

En esa misma red social compartió su activismo en contra del racismo tras la muerte de George Floyd. Se unió al movimiento Blacks Lives Matter, publicó una carta al respecto y participó de una marcha en Londres para pedir por la igualdad entre todas las razas. Además, agregó un link para colaborar con las víctimas por violencia racial en el planeta

 

 

Asímismo, la joven que ya fue parte de producciones de Hollywood como Pennyworth y Misbehavior, posteó un mensaje por el Día de la Salud Mental. "Está bien no sentirse bien, seamos amables con nosotros mismos y con los demás cuando el mundo se siente borroso e incluso cuando no lo hace. La salud mental nos afecta a todos", expresó en otro ejemplo de su sensibilidad social.