Detrás de cada estrella y cada personaje famoso existe una persona que tiene problemas como cualquier otra. Si bien los aficionados suelen idealizar la vida de sus actores favoritos, éstos no dejan de ser humanos. Hay algunos que prefieron ocultar su vida privada y otros elegieron exponerla, como Miguel Herrán. El intérprete de Río en La Casa de Papel confesó haber sufrido vigorexia durante muchos años y volvió a hablar del tema.

 

Según la web especializada El Prado Psicólogos, "las personas que sufren vigorexia se preocupan de manera excesiva por su imagen corporal, fundamentalmente por desarrollar un cuerpo atlético. Sin embargo, el problema es que suelen tener una imagen distorsionada de sí mismos por lo que perciben que están demasiado delgados o que sus músculos no son lo suficientemente grandes".

El actor de 24 años contó a El País que este trastorno lo padeció desde su adolescencia y que aún lucha para no caer en él. "Tengo espejos en los que me tengo prohibido mirarme con ciertas luces porque sé que me voy a obsesionar. Es una obsesión continua, porque una vez empiezas ya no paras", dijo. 

El protagonista de Élite reconoció que continúa con el problema, aunque ya lo puede dominar: "Cuando viajo en moto llevo una maleta con pesas. Y durante la cuarentena me compré un TRX, un banco y más pesas. Gané cinco kilos de músculo, pero al acabar el confinamiento dije a tomar por culo. Tengo una obsesión, pero tampoco soy gilipollas. Ha habido épocas en las que no lo he podido controlar"

Uno de sus peores momentos, narró, fue durante el rodaje de La Casa de Papel. "En La casa de papel llegó un momento en el que si me agachaba me reventaba el mono. Me pidieron que parase y yo les decía que vale, pero no paraba. Cuando me decían que estaba más grande yo les respondía que era percepción suya, graficó el español. 

 

 

Además, explicó que "todo depende de la cabeza" y que la obsesión es querer gustarle a todo el mundo. "He tenido momentos de volverme adicto y de levantarme mal si no tenía los likes que quería tener, un día cogí y dije, con todo el cariño de mi corazón: anda y que le den por culo. Mi vida es mi vida y no puedo estar intentando agradar a todo el mundo. No es mi trabajo, no me gusta, no lo disfruto”, concluyó.