A pesar de tener apenas dos nominaciones, La Sociedad de la Nieve era una de las películas favoritas en Latinoamérica para quedarse con un Oscar. Los fans estaban muy seguros de su inminente triunfo. Sin embargo, la noche de este 10 de marzo se dijo otra cosa. La película de Juan Antonio Bayona lo perdió todo.

La película, una co producción entre España y Estados Unidos, apareció en la categoría de Mejor Película Internacional. La competencia en ese apartado, sin duda, era bastante dura, ya que se enfrenta a alabadas producciones tanto de Japón y Alemania como también de Reino Unido e Italia.

En tanto, La Sociedad de la Nieve también consiguió una candidatura a las llamadas categorías técnicas, en Mejor Maquillaje y Peluquería, por el trabajo de los catalanes Ana López-Puigcerver, Belén López-Puigcerver, David Martí y Montse Ribé.

Dado el éxito que tuvo a nivel mundial gracias a su distribución en Netflix, La Sociedad de la Nieve parecía una carta segura al menos para quedarse con la primera de sus postulaciones. La adaptación que hace del libro del periodista y escritor uruguayo Pablo Vierci era cruda pero dinámica, brutal pero esperanzadora. Por lo mismo, cosechó elogios no sólo del público, sino que también de parte de la crítica.

Sin embargo, el destino quiso otra cosa. Y peor aún fue ver cómo la segunda estatuilla también se le escapó de las manos.

¿Por qué La Sociedad de la Nieve no pudo ganar un Oscar y qué películas la superaron?

Existen distintas razones por las que la película de J.A. Bayona lo perdió todo. En primera instancia, el apartado de Mejor Película Internacional quedó en manos de The Zone of Interest (Reino Unido).

La película de Jonathan Glazer sigue la historia de Rudolf Höss, director del campo de concentración de Auschwitz, quien trata de construir una vida familiar idílica junto a su familia en una casa situada a las afueras del campo.

El potencial de la entrega ganadora radica en una inédita forma de repasar el trágico episodio del Holocausto judío, durante la Segunda Guerra Mundial. Su forma de retratar el horror perpetrado en los campos de concentración ciertamente resultó novedosa, ante un tema que ha sido indagado infinitas veces a través de la historia del cine.

Esto porque la entrega sólo muestra la vida privilegiada del director de Auschwitz, dejando fuera de campo todos los crímenes que se comenten. A través de una estética pulcra y prístina, de tonos blanquecinos y mates, para adornar paisajes bucólicos e ilustrar las comodidades de la élite, el largometraje establece un contrapunto con la sonoridad que rodea a la familia privilegiada.

Desde un primer momento, se escuchan los hornos funcionando, riñas, gritos de miedo, balazos, la llegada del tren que transporta judíos para su exterminio. Es realmente escalofriante escuchar The Zone of Interest. No por nada también se quedó con el Oscar a la Mejor Edición de Sonido.

Por otro lado, la gran presencia judía entre los votantes de la Academia de Hollywood también es un factor determinante en el triunfo de esta producción. La temática la hace mucho más relevante, sobre todo mientras continúan los ataques israelíes en la Franja de Gaza.

Justamente, a propósito del contexto, al recibir el Oscar, el director Jonathan Glazer comento: “Nuestra película muestra hacia dónde conduce la deshumanización en sus peores niveles… En este momento, estamos aquí como hombres que refutan su judaísmo y que el Holocausto sea secuestrado por una ocupación que ha llevado al conflicto a tantas personas, ya sean las víctimas del 7 de octubre en Israel, o del actual ataque a Gaza. ¿Cómo resistimos?”

La Sociedad de la Nieve además perdió su segunda chance de poder acceder al galardón cinematográfico, cuando se anunció que Mejor Maquillaje y Peluquería quedaba en manos de Pobres Criaturas.

La película de Yorgos Lanthimos ciertamente se alzó como un rival fuerte que luego conquistó el triunfo ante la española principalmente por el hecho de que hizo creer en la fantasía.

Hubo una clara diferencia entre lo que se buscó conseguir en una y otra película. Mientras la película de Netflix se trataba de mostrar el deterioro lo más realista posible de los rugbistas a través de la hazaña que vivieron en Los Andes; la entrega protagonizada por Emma Stone se comprometía con el hecho de hacer creíble lo increíble. Básicamente, crear la magia, o sea de lo que está hecho el cine.

Pobres Criaturas tuvo un arduo trabajo de prótesis, procesos de envejecimiento y el deber de plegarse con la particular estética propuesta por el director griego. Uno que por momentos jugaba con el realismo de Londres y París, pero que se sumergía en surrealismo al momento de visitar Portugal o navegando en el mar.

En plegarse con el resto de la propuesta visual y estética, el trabajo de Nadia Stacey, Mark Coulier y Josh Weston fue brillante. Y, claro, muy superior a la propuesta de Bayona. Así se zanjó el asunto.