En las próximas semanas, los cines de Latinoamérica tendrán la llegada de uno de los títulos que tiene muchas chances de pisar fuerte durante la entrega de premios de la Academia de marzo de este año. Se trata de The Banshees of Inisherin, la nueva película de Martin McDonagh (Tres anuncios por un crimen) que cuenta con los protagonismos de Brendan Gleeson, Colin Farrell, Barry Keoghan y Kerry Condon.

La nueva película de Martin McDonagh nos muestra a Pádraic, un hombre que vive en una isla perdida en Irlanda, que cada día va al pub local a tomar unas cervezas con su amigo Colm. Sin embargo, una tarde en la que decide ir a buscarlo para cumplir con su rutina, descubre que él ya no quiere verlo y no tiene intención de hablar con él. ¿Por qué? En principio parece que hay una razón detrás de esto pero pronto descubriremos que no hay ningún justificativo para tal cambio.

Ahí está el punto central de The Banshees of Inisherin, un drama sobre los vínculos y cómo a veces se terminan sin demasiadas razones. Una historia que nos pone delante de los ojos esa necesidad inevitable que tenemos cada vez que nos rompen el corazón de querer tener una explicación, bajo la ilusión de que sea eso lo que nos permita sanar. Aquí, en todo momento se subraya la arbitrariedad detrás de esto.

Además, hay que destacar que algo que se maneja de forma fantástica en The Banshees of Inisherin es el humor. En más de una oportunidad, como ya lo había demostrado en Tres anuncios por un crimen, McDonagh se las ingenia para meter un chiste completamente inesperado que nos toma con la guardia baja y hace que soltemos la carcajada. Todo, por supuesto, apoyado en las fenomenales interpretaciones de sus protagonistas.

+La fotografía y la música acompañan a Martin McDonagh

No sería justo hablar de The Banshees of Inisherin sin hacer mención a dos de los puntos altos de la historia: la fotografía y la música. Por el lado sonoro, la producción está muy bien ambientada con el trabajo del compositor Carter Burwell pero también gracias a las notas de los tristes violines que suenan cada vez que Colm ensaya con sus amigos en el pub. Ben Davis, por su parte, hace maravillas con la fotografía, mostrándonos la belleza de la isla pero también dándole contexto a la soledad que Pádraic siente que lo atrapa cada vez más en la vida.