Después de haber sorprendido con una gran ópera prima como Hereditary (que llegó a Latinoamérica con el nombre de El legado del diablo), Ari Aster preparó un segundo proyecto que estuvo muy a la altura de lo esperado. Se trata de Midsommar, una producción que encabezó Florence Pugh y se lanzó en 2019, con figuras como Jack Reynor, Will Poulter, William Jackson Harper y Vilhelm Blomgren.
Midsommar fue una película sobre el dolor y el cómo nos acompañamos durante las épocas de luto, que se enmarcó en el subgénero de terror del folk horror para contar una historia de punta a punta en la que prácticamente todo ocurre de día. “El terror no espera a la noche”, fue el subtítulo que le pusieron a este largometraje en el mercado latino, para una producción que actualmente puedes encontrar en el catálogo de Netflix.
La trama de Midsommar gira alrededor de Dani (Pugh), una joven que sufre la pérdida de toda su familia cuando su hermana decide suicidarse y llevarse con ella a sus padres. Aunque Dani intenta apoyarse en Christian (Raynor), él parece estar más pendiente del viaje que harán con amigos a Suecia para pasar el Midsommar, al que finalmente la termina invitando. Allí, se cruzarán con situaciones tan extrañas como difíciles de interpretar, tanto por lo idiomático como por lo cultural. Ahora, la gran pregunta es, ¿existe este festival?
+¿Qué tan real es Midsommar?
Uno de los puntos a destacar de Midsommar es que, a diferencia de Hereditary, no se apoya en demonios o elementos paranormales para asustar. En este sentido, el actor Vilhelm Blomgren contó a Mirá A Quién Encontré: “A mí me gustan las películas de terror que se basan en gente real. Bueno, no real… Es gente real, no hay cosas sobrenaturales, es gente real que resulta estar muy loca”.
En esa misma entrevista, el artista de origen sueco reveló cuánto había de real en Midsommar. “Algunas cosas, hay mucho que no es real o al menos yo no las conozco. Quizás en algún lugar de Suecia…”, comenzó entre risas. Luego, completó: “Bailamos alrededor del árbol de mayo cada año, aunque yo toco el violín, así que estoy a un costado. Comemos arenque al escabeche y no esas cabezas de cerdo, eso que se veía en la mesa. No”. Con respecto a esos platos tan particulares, Blomgren remarcó: “La comida era… Era real, estaba todo muy lindo, pero apestaba por estar seis horas al sol. Unas veces tuvimos que comer y fue horrible”.