Al mes de ponerse en marcha el homeschooling como medida emergente por la pandemia, las clases en línea se convirtieron en un dolor de cabeza para padres e hijos. Obligados a convivir en el encierro por el confinamiento, la relación entre adultos y pequeños fue tensa en muchos hogares mexicanos, especialmente en las zonas urbanas. Ante ese panorama, la película El sembrador, de 2018, cobra otra dimensión en este 2021.
Este documental nos muestra el trabajo de Bartolomé, un profesor rural que convierte la pequeña escuela de una montaña chiapaneca en un segundo hogar para sus alumnos, niñas y niños que día con día llegan a clases con deseos de aprender y de saber qué sorpresa les tiene preparada su maestro, un educador que no recurre únicamente a los libros de texto para instruir. Desde acciones como sentir el aire, imaginar qué cuentan las nubes y correr para valorar la tierra, el alumnado se adentra en una búsqueda incesante por descubrir y saber más cosas.
“La película fue una herramienta solicitada en muchos ámbitos educativos. Refleja y ayuda a reflexionar sobre los procesos pedagógicos de manera más humana. El confinamiento nos llevó a la importancia de escuchar a la infancia y saber qué es lo que requieren en estos momentos. Algo que nos enseña el maestro Bartolomé en la película es esa capacidad que tiene de escuchar a la niñez sin homogeneizarla”, comenta Melissa Elizondo, directora de El sembrador, a Spoiler.
Atender, respetar e incentivar la inquietud de los infantes es una de las grandes lecciones que transmite Bartolomé en el espectador. Y para lograrlo recurre a algo tan sencillo que desafortunadamente los adultos menospreciamos u olvidamos: escuchar a la infancia. Este profesor lo consigue en el campo, alejado de las tecnologías y herramientas existentes en viviendas ubicadas en las grandes ciudades. Por tal motivo, dada la inesperada implementación de la educación digital, el documental genera una lectura especial en este 2021.
“(Con la pandemia) vimos a niñas y niños durante horas pegados al monitor, con exceso de tareas, dañándose la vista. Además, apagando todo vínculo con su curiosidad, llenándolos de presiones, aparte de las presiones propias que trajo el confinamiento. Creo que es un buen momento para aprender de nuestras familias y nuestros contextos en beneficio de educarnos todos”, agrega Melissa Elizondo.
Otro detalle que plasma El sembrador es el vínculo que generan entre sí los pequeños. Allí juega un rol fundamental Bartolomé al dejarlos ser y prestar atención en la conexión que ellos mismos generan para motivarse, interactuar y convivir sin sentirse uno más que el otro.
“El maestro Bartolomé menciona que el mejor maestro de un niño no es el maestro sino otro niño. Por eso es que forzarlos a adquirir un papel para seguir al siguiente nivel educativo, cuando en el fondo se les enseña a memorizar y obedecer, orilla a perder la esencia de gozo, libertad, reflexión y curiosidad. Ahora que han debido estar mucho tiempo frente al monitor, se robotiza todavía más su aprendizaje”, refiere la directora.
Dada a conocer en 2018, la película espera llegar a las grandes salas cinematográficas en 2022. A lo largo de la pandemia, tras haberse exhibido en espacios como el Festival Internacional de Cine y Medio Ambiente de México, El sembrador ha impactado por la realidad de un sistema educativo y pedagógico que enaltece la labor del profesor rural y que sensibiliza al adulto respecto a la educación que se imparte, recibe o quiere dársele a un niño.
“Me gusta que el espectador pueda ir acompañándome en este camino. Tal vez resonamos, tal vez no, pero he querido compartir lo que me impacta, lo que me cimbra”, finaliza con referencia a la aceptación que tiene el documental y que se perfila para ser visto por el gran público, no solamente por aquel que ya lo vio en festivales.