Durante el último año, como consecuencia del confinamiento y las restricciones sanitarias que incluyeron el cierre de recintos cinematográficos, el público cinéfilo pudo ver películas mexicanas en casa a través de las plataformas de streaming a las que tuvo acceso. En algunos casos, las opciones se limitaron a un catálogo de comedias bobaliconas que impactaron de forma negativa en la percepción de espectadores que pusieron en tela de juicio la calidad del cine nacional, sin embargo, y por fortuna, la cartelera actual les hará ver que hay muchas producciones por rescatar y valorar.

Con la reapertura de espacios, foros y complejos, el mes de junio ha dado la bienvenida a una oferta amplia y diversa de títulos nacionales con temáticas variadas y géneros distintos que lejos están de ser contenidos audiovisuales cómicos que obliguen al cinevidente a considerar que eso es lo único que se hace en México.

La transición al verde del semáforo epidemiológico en la Ciudad de México es una travesura favorable del destino para el cine mexicano, porque coincide con un extraordinario momento para que la gente acuda a las salas y se acerque a películas nacionales que no pudo ver en la cuarentena, ya sea porque no tuvo información adecuada al respecto o porque la accesibilidad a plataformas fue limitado.

Desde ficciones a documentales, la cartelera de hoy día brinda una gama de opciones para que el público elija con base en su gusto, interés o mera curiosidad. A diferencia de años anteriores, y en contraste con la serie de problemas que enfrenta la nación, el país no tenía un instante de gloria en materia de exhibición como lo vive en esta mitad de 2021, incluso con títulos que han trascendido en el panorama internacional gracias a reconocimientos obtenidos en festivales.

En sitios como La Casa del Cine MX, Cine Tonalá, Cineteca Nacional, y las grandes cadenas como Cinépolis y Cinemex, el cine mexicano se ha abierto puertas para que la gente no solamente retorne a las salas, sino que también lo haga con la posibilidad de descubrir que en su país se cuentan muchas historias y con buena manufactura. Para quienes radican fuera de la capital, plataformas como Netflixponen a su alcance obras como Selva trágica.

A lo anterior hay que añadir que faltan películas por estrenarse y que llegarán a las salas antecedidas por un laureado recorrido internacional, tales son los casos de Una película de policías, galardonada con el Oso de Plata a la contribución artística de la Berlinale 2021, y Cosas que no hacemos, ganadora del premio del jurado en Vancouver y el Gran Premio de la Competencia Oficial Americana en Argentina.

Volver a la “normalidad” ofrece una rendija alentadora de realidad para el cine y el público nacional. Lo que no ha de cambiar, y es parte esencial de todo cinéfilo, es romper géneros con base en los gustos. Para que eso suceda, antes que cualquier otra cosa, es prioritario ver la película. ¡Y oferta hay!

Ficciones

Los lobos, de Samuel Kishi.

La paloma y el lobo, de Carlos Lenin Treviño.

La diosa del asfalto, de Julián Hernández.

El diablo entre las piernas, de Arturo Ripstein.

Selva trágica, de Yulene Olaizola.

Cosas imposibles, de Ernesto Contreras.

Te llevo conmigo, de Heidi Ewing.

Documentales

La mami, de Laura Herrero Garvín.

¿Qué le pasó a las abejas?, de Adriana Otero y Robin Canul.

A morir a los desiertos, de Marta Ferrer.

Notas para no olvidar, de Hatuey Viveros.

Las que vienen en camino

Cosas que no hacemos, de Bruno Santamaría.

Sin señas particulares, de Fernanda Valadez.

Territorio, de Andrés Clariond.

Una película de policías, de Alonso Ruizpalacios.