Semana a semana, las plataformas de streaming más reconocidas se encargan de incorporar novedades a su catálogo. Y cada una de ellas, intenta estar un poco más actualizada acerca de la realidad y las temáticas que atraviesan la sociedad. Esto mismo intentó Élite, la serie española original de Netflix, que presentó personajes de diversas sexualidades, clases sociales y religiones. Pero para su creador, no es necesario incluir en sus episodios jóvenes con cuerpos de todo tipo.

La lucha por la diversidad corporal aparece como un tema frecuente en las producciones más populares de los últimos años. Sin embargo, Carlos Montero –responsable de la ficción europea- asegura que lo mejor es continuar incentivando la belleza hegemónica que buena parte de las ficciones hoy intenta derribar. ¿Es correcto presentar tan solo adolescentes “perfectos”? ¿Cuál es la mejor manera de llevarlo adelante en la pantalla?

El productor conversó con Fotogramas y dejó en claro, con repudiables comentarios, que en su serie todavía no hay espacio para personas con cuerpos diversos. “Diría que los cuerpos de Élite no son normativos, son lo contrario. Son cuerpos a los que aspiramos, ya sea para parecernos a ellos o para acostarnos con ellos. ¿Cuáles son las razones de mostrar estos cuerpos y no los de verdad? Pues los mismos de estar contado una élite española que tampoco existe”.

De esta manera, el co-creador de la exitosa serie de Netflix demostró que en sus planes solo hay lugar para adolescentes hipersexualizados donde no caben personajes con sobrepeso o con características reales. “Es una estilización, una idealización. Igual que muestro piscinas y casas de ensueño, muestro también cuerpos de ensueño. La serie es sexy, todo lo que escribo siempre tiene esa aspiración”, explicó.

Siguiendo con su línea de pensamiento, apuntó contra las buenas críticas de Euphoria en la que, por ejemplo, aparece Barbie Ferreira interpretando a Kat, una adolescente que supo convertirse en un símbolo del positivismo en la diversidad corporal. “Yo reivindico la alegría del deseo. No necesito poner a mis personajes al borde del abismo, con una jeringuilla en el brazo, para que enseñen su desnudez. Ya sé que no me darán premios por ello, pero he aprendido a vivir sin ellos divinamente. Dudo que yo posea la capacidad de decirle a un gordo que es sexy. Se lo puedo decir, pero ya que se lo crea... Pero oye, a lo mejor es cuestión de probar”, concluyó.