A pesar del éxito de series como Bridgerton, Quién mató a Sara o Sky Rojo, Netflix encontró su punto de inflexión con The Crown. Es que, esta creación de Peter Morgan no cuenta una historia típica de drama, misterio o venganza, sino que es la vida real de la Reina Isabel II y toda su familia.

De hecho, la gran sorpresa fue que en The Crown, tanto la ambientación como los personajes están caracterizados a la perfección. Y este es uno de los puntos que convirtió a esta biografía de Su Majestad en un éxito, pero antes de lograr su objetivo de tener un Palacio de Buckingham idéntico, la soberana le puso algunas trabas en el camino: sin su autorización no tenían permitida la entrada.

Tal es así que, Netflix encontró la manera idónea para hacer de The Crown la mejor serie basada en la vida de la monarquía inglesa. El diseñador de producción, Martin Childs reveló al diario The Times que su equipo llevó adelante una investigación para recrear la residencia de Isabel II y Felipe de Edimburgo. Pero, como la monarca no les dio el permiso, recurrieron a una táctica inesperada.

Childs asistió al Palacio de Buckingham gracias a “un tour como turista”, donde debió tomar nota y recordar cada mínimo detalle de al menos 15 espacios para poder reconstruir con exactitud la mayor cantidad de locaciones en la serie. En ese momento, tuvo la oportunidad de visitar los salones reales, incluyendo el salón del trono y el blanco.

Sin embargo, el diseñador se encontró con una dificultad: las habitaciones de la Reina y Felipe de Edmiburgo no estaban abiertas al público.Lo único que sabía era que, en los apartamentos del piso superior, las habitaciones están distribuidas en forma continua y conectadas por puertas”, dijo. Y, esto es lo que se representó en The Crown

De esta forma, Childs pudo plasmar en la pantalla chica todos los detalles de la residencia más famosa del mundo. Eso sí, tras revelar su táctica de desacato a Su Alteza tendrá que cuidarse, a Isabel no le gusta ser pasada de alto.