A pesar del intento de la Casa Real británica por aceptar a The Crown como una serie que habla de su vida, el hecho de que plasme sus más oscuros secretos en Netflix fue motivo de conflicto. Tal es así que, en la actualidad, la tira creada por Peter Morgan es una de las pocas que logró tambalear los cimientos del Palacio de Buckingham.

Sin embargo, más allá de que los Windsor intentan ocultar o, al menos, desmentir ciertos hechos narrados en The Crown, hay cosas que nunca cambian y que son muy reales. Hay que destacar que Morgan, más de una vez, aclaró que se tomó ciertas licencias creativas en la historia, pero que aún así muchas de las cosas que contó fueron gracias a su ardua investigación.

Entre ellas se encuentra el carácter temerario de Isabel II. La Reina, a pesar de su devoción por sus súbditos, es muy afín a seguir los protocolos y a que su familia también los cumpla a rajatabla. Por eso, en lo que a los suyos se refiere, más de una vez han tenido que sufrir un reto en público por parte de la cabecilla de la familia.

Isabel II y el Príncipe William. Foto: (Getty)

Aunque, quien mejor conoce lo que implica enojar a Su Majestad en público es el mismísimo Príncipe William. El primogénito de Carlos y Diana de Gales es el próximo Rey de Inglaterra y es uno de los que más cumple las reglas. Pero, aún así, hay momentos en los que su abuela se siente disconforme y no duda en mostrarlo en público.

El usuario theroyalpages en Instagram compartió un vídeo en el que mostró que, a pesar de que pasan los años, los enojos de una abuela nunca cambian. En la misma posición y por la misma situación, William fue regañado por la Reina quien demostró un carácter que, por lo visto, es imposible de modificar. Y, es probable, que en la próxima temporada The Crown se haga eco de ello.

Esto se debe a que, para la edición que se estrenará en noviembre de 2022, The Crown ya plasmará los primeros años de los Príncipes, lo que implica también sus travesuras. Los hermanos, William y Harry en la actualidad se encuentran distanciados, pero lo cierto es que durante su infancia fueron un gran dolor de cabeza para la monarquía, especialmente por su complicidad.